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CUERPXS MANIFESTADXS.

#Publicaciones #Cuerpo #Expresiones

~Textos de Agostina Guzzo, Carla Santángelo Lázaro, Noelia Gauna y Sara Zironi.

«Hay un cuerpo que me habla»

Cuatro elementos, cuatro herramientas.
Una edición en 5 capítulos donde materializamos manifestaciones corporales como el dolor físico, sexualidad, violencia, placer, territorio. Y los abordamos desde diferentes ejes expresivos que nos atraviesan como seres sintientes, la poesía, la literatura, diferentes terapias y técnicas de sanación.  
«Compartamos el hecho de aprender a conectar con el lenguaje del cuerpx, a dialogar con él, con nuestrx cuerpx, reconocer qué necesita, qué quiere decirme.»

/ 2021

E05 ~ MEDICINA

NARRAR EL CUERPX

Carla Santángelo Lázaro 

Fotografias: Camila Ditarcio

FRAGMENTOS DE GENEALOGÍA DEL ACCIDENTE
(Un texto en proceso)

La historia de mis viajes es la historia de mis dolencias

Olga Tocarkzuc

1.

He llorado en la puerta de todos los hospitales. En menos de un año han sido cuatro centros distintos en ciudades diferentes y tantas veces que ya no podría contarlas. El último doctor que me ve cierra mi caso y es como si me cerrase una puerta de golpe.

No tener un diagnóstico se parece a no poder escribir. Una quisiera encontrar las palabras exactas.

2.

Muchas veces me imagino mi cuerpo sin dolor. No se trata tanto de recordar cómo era antes del accidente, sino de darle vida a la fantasía de la sanación. Reconozco que es una fantasía bastante realista, pues no me curo de un día para el otro de forma mágica, sino que atravieso un proceso.

La escena es la siguiente:

Entro en terapia de rehabilitación para cuerpos cansados. El lugar es precioso, lleno de ventanales que dejan entrar una luz muy clara. Está en mitad de un bosque, cantan las aves y los insectos. Todo el personal sanitario es eficiente y dulce: casi siempre mujeres que me tocan con un profundo amor. Paso allí un par de meses entre cuidados. Existen distintos tipos de ejercicios terapéuticos que se dividen en salud mental y salud física. Por ejemplo, tengo muchas horas para leer tumbada en un sillón que se adapta a mi figura, en una terraza pensada para alcanzar un grado de perfección térmica, junto a un arroyo que desliza su cauce con un sonido amniótico y que nunca termina de ser tan repetitivo como para desquiciar. Leo poemas de Chantal Maillard y soy un cuerpo a punto de ser ave a punto de ser pasto, bosque, lo que sea. Suena, muy de vez en cuando, alguna pieza de música clásica. Otras horas las ocupo nadando en la piscina que, obviamente, es inmejorable, o recibiendo masajes revitalizantes: los pies, cada músculo en tensión, la cara, la mandíbula, esos lugares que acumulan dolor y una no sabe ni que existían. Cada día me dan pastillitas de algún aceite herbal híperconcentrado y muy eficaz, que me tomo con algún jugo de fruta que no me hace daño porque es bajo en fructosa. Como tan delicioso: sopas que me llenan de energía, desayunos desplegados en la mesa que no comparto con nadie porque la terapia de rehabilitación para cuerpos cansados es íntima y silenciosa como un buen sueño. Salgo de allí renovada, saludable, con toda la fuerza y la vitalidad de alguien que acaba de dejar atrás los años de la enfermedad.

3.

Leo el informe de la nueva doctora que lleva mi caso.

Hace 6 años comenzó con molestias digestivas tras intoxicación alimentaria en Perú (GEA intensa que duró varios díaas); desde entonces no hay recuperación a nivel digestivo. Tiene síntomas de diarrea, náuseas, dolor abdominal, hinchazón, dolor en fosa ilíaca izquierda, migrañas, astenia intensa, entre otros.

En 2018 le hicieron colonoscopia con biopsias: normal y transito baritado: «dolicocolon»

Posteriormente
– Eco abdominal: normal
– TAC abdominal: normal
– RNM: pendiente
– estudio exhaustivo de parásitos intestinales: negativo
– Feb 2020: test de intolerancia a fructosa (solo con H2): negativo
– Feb 2020, test de lactulosa (solo con H2): negativo

La lista es mucho más larga: un resumen de lo «normal» y de lo «negativo». Estoy segura de que algo no va bien y de que tiene una explicación fisiológica. Mientras tanto, sigo escuchando la pregunta: ¿Y no será emocional?

Estoy pendiente de estas últimas pruebas como si el enigma fuera a descifrarse ahora, justo después de estos datos. Mi cuerpo habla en un idioma que no entiendo.

4.

El día del diagnóstico estoy frente a la computadora en la mesa del escritorio. Llevo seis años esperando a que alguien me diga por qué mi cuerpo no funciona, por qué no sintetizo los azúcares de algunos alimentos, por qué no puedo vivir la vida que tenía antes. Abro el correo electrónico y después el archivo adjunto en PDF:

La presencia de anti-vinculina implica que se ha desarrollado una respuesta autoinmune y puede haber alterado el microbioma. Según los datos publicados, se cree que tener niveles elevados de anti-vinculina indica una afección más grave y una mayor cronicidad de la enfermedad.

La doctora me mira a través de la pantalla. Lo siento, Carla, dice. Algunas personas se recuperan del sobrecrecimiento bacteriano. En tu caso, la enfermedad se ha hecho autoinmune, tu cuerpo seguirá atacándose, creando nuevas bacterias, simulando el mismo ciclo. Pero no te preocupes, añade, la ciencia avanza rápido.

Me da consejos para estimular el nervio vago y una dieta baja en FODMAPS.

Colgamos la llamada. El cielo está siempre azul en esta ciudad, limpísimo. Algo dentro de mí se rompe con una sutileza violenta, con una sordera interior. Recuerdo cuando no vivía con dolor, cuando no tenía estos síntomas. Extraño mi cuerpo. También siento paz: encontré las palabras y aunque no vaya a conformarme o a rendirme, ahora puedo descansar.

5.

Tengo una enfermedad infradiagnosticada para la que todavía no existe una cura. Demasiada especulación. Aprendo a vivir entre medicinas, entre paradigmas. Tengo que hacerme soberana, tomar el control de mi estabilidad física y mental, aunque a veces no funcione. Por la mañana dos cápsulas de aceite esencial de orégano, una de cardo mariano y unas gotitas de pasiflora en el agua. Por la tarde pruebas diagnósticas en el hospital: tumbada en la camilla, siento el contraste entrando en el torrente sanguíneo. Está caliente. Me meten en un aparato, poco a poco, que hace un ruido insoportable para mi sensibilidad auditiva.

Pasan los minutos y pienso en el mar. La isla por la tarde, a última hora, cuando la arena empieza a enfriarse y el cielo toma matices de tantos colores. Ya falta menos, dice la enfermera, pero sé que no es verdad. De todos modos, agradezco su dulzura, la forma en la que me agarra el brazo con la presión exacta, la sonrisa que esboza y en la que, por fin, no encuentro condescendencia, sino cariño despojado, ese cariño incomparable que solo puede darte una desconocida.

6.

Estoy cansada de que las perspectivas de la medicina alopática lo reduzcan todo a la toma de un antibiótico. También me agota escuchar que la enfermedad que padezco se curará cuando entienda mis emociones. La vida no es un cuentito con moraleja. Construimos relatos para saber cómo comportarnos, a qué aspirar, y no está mal, componen nuestra cultura. Después está nuestra experiencia vital: este cuerpo de agua ininteligible. Hace muchos siglos que intentamos entender cómo vivir y todavía no lo hemos logrado. Será por algo.

7.

Mamá me compra las medicinas en la farmacia y me las trae. Conozco todos los principios activos, sus funciones, la dosis exacta. Mamá me prepara la comida, pregunta, ¿esto sí lo podías comer, verdad? y barre el piso. Unas horas más tarde llega Carlos, quiere saber cómo estoy, si necesito algo.

Llevo tres días en la cama y Marina, con quien comparto proyecto, me sustituye en las tareas. Gracias a ella puedo vivir la enfermedad sin miedo a echar a perder mi vida laboral. En mi situación no podría sostener un puesto de trabajo «tradicional» porque estaría en la calle muy rápido. Me echarían por improductiva, por cogerme demasiadas bajas. Trabajo haciendo lo que amo hacer, eso está bien, aunque gano poco y no tengo asegurados los derechos laborales básicos. Gasto cantidades ingentes de dinero al año en terapias y medicación porque esta enfermedad no está contemplada en la sanidad pública. Si ahora tengo un poco de calidad de vida, si he conseguido estabilizar los síntomas, es gracias a que mis seres queridos me han ayudado a costearme lo que necesitaba y me han dado un espacio físico donde estar.
Los cuidados no deberían ser una serie de conductas sacralizables, sino la forma más feroz, intuitiva y real de la supervivencia colectiva.

En el dolor siempre estamos solas, pero la soledad tiene matices.

Fotografias: Camila Ditarcio

MAESTRX INTERIOR

Noelia Gauna

El cuerpo es el vehículo del espíritu universal unificado.

Soy consciente, cuando pierdo el rumbo y mis pensamientos van más rápido de lo que pueden mis pies, que tarde o temprano, el exceso de movimiento me va a llevar al inevitable reposo.

Y, con información alopática y con toda la teoría holística y ayurveda, aun así, a veces mi cuerpo se manifiesta y hace síntoma.

Siempre es preferible, hacer síntoma, pero cada vez caigo menos, y cuando caigo puedo observar que parte de mi vida debo modificar para encontrarme con la salud.

La enfermedad es el esfuerzo de la naturaleza por curar  al hombre.

Jung

Caigo porque me exijo de más, porque no me doy los momentos de relajo que necesito, porque la demanda de este mundo capitalista, me hace sentir que si no estoy haciendo, no soy.

Mi cuerpo al enfermarse, se vuelve su medicina.

A veces el ego me dice, ¿cómo? ¿Si vos te dedicas a la sanación holística, como vas a enfermar?

¿Y porque no? Soy humana también, soy sensible, y muy pensante. Es mas creo que me dedico a aportar al camino del medio, porque mi primera alumna, y paciente soy yo. Trato de aplicar en mí, cuanta info encuentro que me haga ver el otro lado, el lado que incluya a las emociones, al alma, a los sueños, a lo sutil.

Con los años y con los dolores que somatizo mi cuerpo, tuve la develación de que el que tiene salud, tiene esperanza, y el que tiene esperanza, tiene todo.

El sanador no es realmente un sanador, porque él no es quien actúa. La sanación sucede a través de él, el solamente tiene que desaparecer. En realidad, ser un sanador significa no ser. Cuanto menos eres, mejor es la sanación, Cuanto más eres, más bloqueado esta el vehículo. Dios o la totalidad, o como prefieras llamarlo, es el sanador, el sanador es el todo.

OSHO.

El Ayurveda, el Reiki, el Yoga me hicieron entender que somos un conjunto de energías y cualidades en movimiento y que nuestras prácticas de vida diarias, pueden impedir o prevenir los desequilibrios que causan enfermedad.

El Ayurveda pone énfasis en la búsqueda o el mantenimiento de una vida saludable a través de recomendaciones de un régimen cotidiano, una conducta austera, regulaciones dietéticas, cambios de hábitos estacionales, instrucciones relacionadas con el sueño y la sexualidad y otros temas similares de la vida de todos los días. De esta forma se está en forma armónica con los ritmos cósmicos de la naturaleza.

En cierto punto, todos los pueblos originarios, eran conscientes de la importancia de este vehículo llamado cuerpo.

                                   Tierra mi cuerpo, Agua mi sangre, Aire mi aliento y Fuego mi espíritu

Existe una equivalencia entre el universo o macrocosmos y la persona o microcosmos.

Toda experiencia positiva o negativa a nivel corporal tiene su efecto sobre la mente y viceversa.

Así como la verdad es infinita y única cada persona, los tratamientos posibles son infinitos y específicos para cada uno de nosotros.

Nuestra salud no puede ser separada de las tendencias de nuestro árbol genealógico, de que y como comemos, lo que hacemos, como nos vestimos, que música escuchamos, que emociones potenciamos, quienes son nuestros amigos y lo que pensamos.

Todo alimento es remedio y cada remedio es alimento.

En Oriente, la clave para el entendimiento es la aceptación, la observación y la experiencia, mientras que en Occidente se centra en el cuestionamiento, el análisis y la deducción lógica.

En todos los tiempos de esta Tierra, siempre hubo almas conscientes de la relación cuerpo universo.

En Kundalini Yoga dicen que,
si tu entiendes que eres diez cuerpos y estas consciente de ellos, y los mantienes en equilibrio, el universo entero estará en equilibrio contigo.

El camino del medio, es el del respeto por los tiempos y procesos de tu cuerpo, como templo y como conexión hacia los otros cuerpos.

La no violencia con tu cuerpo primero, te encuentra con los otros cuerpos y con la tierra.

La verdad de tu cuerpo te abraza con la verdad de los otros seres sintientes.

Con el paso del tiempo, el cuerpo se vuelve mas medicina, porque lo conoces bastante, ya tenes algunas llaves, (a veces simplemente es ayunar, y dormir), que te van diciendo cuando abrir o cuando cerrar puertas, y siempre tenes tus manos, que con ellas viene la curación, manos para hacerte un té, manos para darte energía, manos para buscar eso que te de calma.

Mas conozco mi cuerpo, mejores momentos vivo, mas valoro el ahora, y mas puedo ayudar.

El punto de partida del nuevo paradigma acuariano, es el respeto a lo diferente que somos todos los cuerpos manifiestos en este plano.

Todos los cuerpos somos medicina, todos los cuerpos somos irremplazables, únicos, maravillosos con sus imperfecciones y dolencias. Todos los cuerpos somos templo


 

ABRIR LA PREGUNTA

Sara Zironi

Dicen que nuestro cuerpo está compuesto por 39 billones de bacterias.
Y que además son microorganismos muy diversos, con su particular adn.
Nuestros genes nos hacen humanos, pero a la vez estamos compuestos de una diversidad maravillosa.
Cuando me enteré de este dato me quedé boquiabierta.
Me hizo un sonido onomatopéyico en la cabeza.

Cuerpo diverso, un territorio múltiple.
La tierra, cuerpo diverso, un territorio múltiple.

Hemos dividido la mente del cuerpo, bueno, hemos construido una ilusión de la mente dividida del cuerpo, una ilusión donde el cuerpo es el que nos deteriora, nos lleva a la muerte, pero la mente puede volvernos inmortales.

Hemos olvidado el lenguaje de nuestra corporalidad.
Hemos cortado las conexiones que nos harán comprender su vibración.
Por ende hemos bajado el interruptor con el lenguaje de la tierra.

Cuerpo diverso, territorio múltiple.

La medicina del cuerpo de la tierra.
Interactuar con la medicina de mi cuerpo y del cuerpo de la tierra.
pulsar que necesito de mi y del cuerpo de la tierra.

Más inconscientemente subyace una conexión sutil.
Está ahí, a continuo, una corriente eléctrica que no frena.
Lo receptivo y lo eléctrico.

¿Qué sucede cuando se contrae y permanece así?
¿Qué nos sucede con la tensión?
¿A dónde nos lleva el hecho de no encontrar nuestro ritmo para cada momento?
¿Por qué seguimos sosteniendo este mundo que dificulta ese hallazgo? ¿cómo se nos ocurre hackearlo, aunque sea de a pequeñas cosas?
¿Por qué todo el tiempo buscamos desde la mente?
¿Dónde queda el verdadero disfrute?
¿Y las emociones potenciadas por la mente? Que sentir nos permite ocultar?
¿Por qué nos cuesta tanto sentir sin resolver?
¿Podremos dedicar todos los días a conectar de verdad con el lenguaje del cuerpo, a reconocer que necesitamos aunque no corresponda con lo que queremos, a poder accionar desde allí?
¿Podremos crear nuestras maneras de conectar con ello, de construir nuestro propio “manual” reconociendo la sabiduría propia que nos está esperando, sabiéndose conectadxs a esta red inmensa en la que estamos y somos.

Con la terapia corporal integrativa y el intercambio con las exploraciones de amigas, en el tantra por ejemplo o en el teatro o en un mix de todo eso, comienzo a comprender poco a poco este lenguaje y a reconocer la mentalidad que me habita, a ver en mi corporalidad (con todo lo que comprende) todo lo que me atraviesa, y las estrategias que ha creado para que no duela, para poder seguir adelante, y algunas cuán difíciles son de poder revelarlas.

Pero aquí estamos en esta proeza de sentir, y así poder sentir más lo que me rodea, mejorar mi comunicación con mi medio ambiente, los seres verdes amados, los seres humanxs, animales, invisibles, etc.

Sí, todo está tan interrelacionado que la autorregulación sin corregulación es un poco compleja, contendría una negación elevada a la cuarta.

La corporalidad que habito me sorprende cuando me pongo manos a la obra a explorarla con revelaciones, emociones, sentires, potencias, vitalidad, mecanismos, todo un mélange hermosisimo.

Nos invito a explorarnos, a vivirnos, a compartirnos.

Ojala todxs podamos encontrar esa red que potencie zambullirnos sin tanto miedo y abrirnos a la vida y desde allí encontrar microsoluciones a este paradigma aniquilant

 

COCTEL

Agostina Guzzo

Mi cuerpo lleva 23 cicatrices, 22 quirófanos, 14 colonoscopías, más de 40 anestesias con sus variables, varias punciones, drenajes, tomografías, placas, estudios ginecológicos; olvidemos el dentista. De todo esto, lo único que detesto son los intervencionismos. Siempre que suceden quiero correr y escaparme y ridículamente me paralizo y quedo quita, a ojos cerrados, tirando lágrimas.

No son sólo números en un cuerpo, como efecto dominó llegó luego un gran desgaste psíquico.

Ese mismo cuerpo, el mío, lleva consigo lunares hermosos, puntitos rojos y 16 tatuajes que me dan ternura.  Cuerpo que vive más agotado que con energía, cuerpo que aprende aún a vivir de otro modo, cuerpo que tiene una mente y sigue escribiendo gracias a la medicina correcta para mí.

Agarré y agarro todo lo que me habilite a seguir siendo deseante.  Necesité de la medicina curativa.  Hoy ya sin nada que provenga de laboratorio, ni hospitales cerca, sigo con la medicina preventiva.

Produje una gran varieté en la historia de mi medicina. Desde médicos y médicas hegemónicas con buenos tratos, que te dan sus celulares personales y corren a  cualquiera para tajearte  hasta terapeutas gestálticos, bio decodificadores emocionales, psicoanalistas, nutricionistas de toda rama, médicos homeópatas, reikistas, masajistas y grandes maestres de la meditación.  

 Me han inyectado y he tomado por meses antibióticos y flores de Bach. Ha sido medicina para mí tanto la buena música como una bolsa de ileostomía. Me ha salvado la naturaleza tanto como lo han hecho los drenajes y los anticoagulantes.  Me permitió esquivar la muerte vecines desconocidos, un pibe de Happen, enfermeros y enfermeras de la misma manera que las personas que amo. Fue una gran medicación los círculos de mujeres, el rito del Munay ki y el buen sexo. Me fue medicina una sonda nasogástrica y el limón, la palta, el helado. Hubo mil cremas que fueron donadas cuando apareció la magia de Aloe Vera que lo salvó todo.  Me es mejor medicina toda hierba y raíz, aun así, he necesitado de reliveran, antiácidos, clonazepam. Fue medicina una ambulancia, una bicicleta y manejar en la ruta.

Conocí pastillas naranjas, violetas, blancas, rojas, negras, azules, celestes y flores de los mismos colores, el efecto mayor siempre es cuando estoy con Homero cerca y una pileta.

Es curativo la aceptación de un nuevo cuerpo y una nueva cotidianeidad. No es fácil. Las personas hablan de huesos rotos, vesículas, infecciones urinarias, de partos y hasta de cáncer, pero hablar de mierda sigue siendo un gran tabú; un secreto aterrador. No es el único. En mi experiencia profesional he encontrado a la salud mental y el VIH como tabúes similares.  Grandiosamente, en mi historia les mediques no sólo me han escuchado sino preguntado.  

¿Me fue el silencio y la soledad absoluta en un hospital y en una casa un virus horrible?  Sí, y a proceso de llanto jamás vivenciado, desde el vacío de mis entrañas, ese silencio que lo ocupó todo terminó siendo la medicina más hermosa que tenía preparada para mí.

La quietud puede ser enfermedad y en otro momento ser la cura, la ausencia de palabras puede ser ensordecedora y luego puede venir Cuerpxs Manifestadxs a ser medicina.

Hasta este momento, sólo llevo conmigo dos certezas. La primera es que la mejor medicina que he encontrado está en los libros y en la escritura. La otra, más absoluta, es que la muerte llega. Entonces vale olvidarme, más que cada tanto, de la medicina como tal y disfrutar, con una copa en la mano, haciendo bailar a las 23 cicatrices. 


Fotografias: Camila Ditarcio

E04 ~ PLACER

23 CICATRICES

Agostina Guzzo

SIEMPRE QUEDA SPINETTA

Una uva verde sin semilla, una almendra y una aceituna negra descansan sobre una vieja tabla de madera. Yo que soy atravesada por hambre y ansiedad las agarro con mi mano y me las llevo a la boca. El cruce de esos tres sabores despiertan inmediatamente una sensación tan gratificante que me recorren todo el cuerpo los beneficios de las hormonas del bien. Quiero más.
Rúcula, oliva, sal y limón. Una cucharada de helado de sambayón. Una copa de vino, dos medidas de Baileys. Un chocolate 70% cacao. Podría seguir infinito. Cuando todo me fue prohibido el sabor de limón me salvó llenando de placer cada comida aburrida. No en vano, lo culinario es un arte.

 
Hace más de dos décadas mi abuela me dijo: todos los días hay que aprender una palabra nueva y hacer algo que nos haga bien. Ésta última la tomé como modo de vida.
Hubo días que no lo recordé. Pero aún cuando he tenido el cuerpo más muerto que vivo he buscado experimentar esa sensación. Cuando habité el encierro hospitalario acudí a libros y he anotado palabras sueltas que no logran una oración con sentido, pero objetivar en palabras algo de mis sensaciones me fue más que ameno. En ese mismo encierro, he subido con permiso y, otras veces a escondidas, a la terraza del hospital a ver el cielo. Recuerdo de aquellas noches el placer de ver dos lunas llenas. De igual manera lo es cada vez que estoy de frente a la inmensidad del mar.

 
Una lluvia sorpresiva o elegida, regándome, me eriza la piel y despabila mis sentidos. Es el agua fría recorriendo mi garganta, saciando la sed o agua caliente de mate al tocar mis papilas gustativas de los goces más hermosos que puedo conocer. Es el agua tibia del río que me hace nadar más profundo en busca de una burbuja fría que me saque el calor, es el agua del Mar Argentino que me hace rebelde por su temperatura baja, el mar cálido de Brasil, es una pileta en la que nado; es allí, cuando todo mi cuerpo está sumergido, que encuentro una satisfacción tan absoluta que podría permanecer eterna. Cuando me es limitado, una ducha en casa o una enfermera lavándome el pelo me reconfortan de manera tal que mi cuerpo no distingue las formas del agua.

 
Oler un jazmín – en cualquiera de sus versiones -o a mi mamá en ellos, una magnolia, una lavanda, el aroma de mi amiga Pamela, un azahar, el petricor, un café, un perfume, un bebé recién nacido, canela, el olor de la madera, el olor de la casa de Tere, el olor del chico que me gusta me hace liberar feromonas, oxitocina, dopamina y más. Y en ese círculo vicioso siempre los quiero cerca. Cuando el miedo dominó mi cuerpo lo opaqué saliendo todas las tardes a oler las flores de Villa Crespo. El barrio nunca me defraudó, siempre regresé a casa mejor de lo que había partido.


En aquellos momentos en los que apenas podía abrir los ojos y mis brazos no podían sostener un libro, cuando el vómito me hacía rechazar toda comida, el encierro y la soledad me eran la única posibilidad, cuando dormí en terapia o entré por séptima vez, en menos de tres semanas, a un quirófano, cuando todo esto y más, es que el placer parece anulado por completo; sin embargo, siempre queda Spinetta.


Y cuando la enfermera de quirófano no pueda ser más Dj, justo ahí, está el cerebro. La memoria es sagrada, el placer también.

 

Fotografias: Anita Piñero

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ABRIR LA PREGUNTA

Sara Zironi

Cuán alejado puede estar el placer de la pulsión de vida, cuan alejada puede estar la pulsión de vida de la aceptación de la impermanencia, ajustar la mente y por ende el cuerpo a esa certeza de que lo impermanente aunque sea cuasi invisible nos contiene y le contenemos.
Cuántos tabúes, represiones y controles alrededor de la sexualidad y la muerte, cuánta culpa y vergüenza, cuánto rechazo a la vida.

Qué nos sucede si nos posicionamos como personas deseantes, como personas que gestan placer y gozo, un placer que como dice Casilda Rodrigañez Bustos, que se derrama, el placer se derrama, no se acapara por acaparar, no se sublima, eso tan solo es un modo que hemos aprendido para poder sobrevivir.

¿Queremos seguir sobreviviendo?¿ Queremos seguir alimentando este paradigma, sistema en el que nos individualizan más, en el que desconfiamos más?

¿Cómo conectar con la vida y el placer si no podemos confiar en lo que nos rodea, si no podemos confiar en nuestro cuerpo, no lo conocemos, exploramos, saboreamos…?
Nuestra mente alienada muchas veces no nos lo permite, aunque no nos demos cuenta.

Dice Casilda: “La confianza en el entorno es necesaria para la relajación y para abandonarse al deseo, y se mantiene mientras que la criatura no tenga una experiencia reiterada de separación de la madre y de abandono afectivo … La confianza presupone reciprocidad, cualidad de la relación social humana… El derramamiento de la libido implica la confianza y la reciprocidad.
Entre la confianza y la reciprocidad está el derramamiento y la gratitud. La confianza produce el derramamiento, el derramamiento recibido produce un hondo y sincero sentimiento de gratitud y de reconocimiento de amor del otro, que enseguida se torna en derramamiento propio, y así funciona la reciprocidad. La gratitud honda y sincera es un sentimiento que emerge visceralmente como el placer, produciendo el propio bienestar corporal al tiempo que la relación fraterna en la regulación social.”

Lo que se pierde si no se da es la vida.

Hay varias citas del libro de Casilda “La rebelión de edipo” que me gustaría compartirles para abrir la pregunta, para ver cómo hace eco dentro nuestro.

“Comprender por qué la represión de la sexualidad es un mecanismo de desvitalización y una estrategia de dominación… el concepto de sexualidad como proceso de expansión del placer corporal, entendiendo de que su función principal no es promover la reproducción sino la regulación de los distintos sistemas que forman nuestro cuerpo “ molecular, plasmático, celular, tejidos, órganos, sistemas de órganos, etc.) así como la relación social entre seres humanos. Todo parece indicar que, la expansión del placer en el cuerpo está relacionada con el establecimiento del ritmo unísono de funcionamiento sinérgico de todos los sistemas del cuerpo, sin el cual el cuerpo no podría funcionar como un todo. Por eso la sexualidad es la producción vital per se (reich) y está implicada en la retroalimentación y autorregulación, y por eso su represión produce una determinada desvitalización psicosomática.”

Cuánto reproducimos a las generaciones siguientes.

El pudor de mis propias pulsiones, el malestar por sentir esas pulsiones, rechazar, desconectar, divorciar esta mente y este cuerpo que habito.
Y en qué lugar queda mi deseo como mujer, como mujer bisexual.-

En qué lugar queda el placer como disidencia.
Dónde, cuándo y cómo debe ser ese placer,
sino se acata se invisibiliza, dentro o fuera, pero se invisibiliza, se silencia, se hace desaparecer.

¿Cómo permitirme el placer por amigas, el placer por amigos, personas del mismo sexo, el placer espontáneo con cosas y personas que no sean mi pareja, sin necesidad de ir a la genitalidad, entre tantas otras?

¿Qué sucede con esa emoción que regularía ese placer plenamente habilitado?
¿Qué sucede con ese cuerpo?
¿Desde que lugares me conecto a la vida?
¿Cuánta cultura me atraviesa que me desconecta?
¿Cuanta lectura desde afuera que me acalla?

¿Qué lugar le quiero dar a mi pulsión?
¿Qué lugar le quiero dar a mi placer?
¿Conozco mi placer?
¿Cuántas voces aparecen ante él?

Desconectada del placer y de la posibilidad de cambio.
de lo que no permanece en el tiempo.
Acaparar, acaparar, acaparar.
Sobrevivir.

Darle lugar a nuestra propia transición
Darle lugar a la aceptación de los finales.
Darle lugar a todo lo que emerge de mi cuerpo antes esa impermanencia, sin juzgar, como si sólo lo que tuviera que sentir ante ella fuera dolor y tristeza.

Si no puedo conectar con la vida, no tengo esa confianza necesaria para poder estar en el vacío del no sé qué trae lo impermanente.

Cuán necesario es crear espacios seguros y de confianza.
Para poder abrirnos al placer, a la vida y a la muerte.

Co-creemos.

Fotografias: Anita Piñero

narrar el cuerpx

Carla Santángelo Lázaro 

EL PLACER DE ESCRIBIR

Durante muchos años, la escritura fue mi secreto. Escribía a escondidas porque sentía pudor al imaginarme frente a mis seres queridos diciendo: «yo escribo». Además, supongo que cultivé cierto placer secreto en aquel acto clandestino, íntimo, que se había iniciado en la infancia —como es el caso de tantas de nosotras— dentro de los límites de aquellos diarios con dibujitos y candado. 

Escribir era, sobre todas las cosas, mi forma de ser otra que, al mismo tiempo, se parecía demasiado a quien verdaderamente quería ser. En la escritura ensayaba otra vida, otra personalidad. Me metía en mis sueños más profundos como si fueran paisajes. En la escritura podía jugar a convertirme en alguien que caminaba por Bucarest, compraba flores y las ponía en agua cerca de la ventana para que tuvieran la luz necesaria. 

«(…) Soy alguien que se proclama hija del lenguaje, un lenguaje que habla, que piensa, que escribe, que cala, que describe. Me considero por mi oficio, por mi deber humano, hija de la imaginación que articula un mundo suplementario, un mundo que se adiciona a la realidad de lo cotidiano», escribe Nélida Piñon.

Las pocas veces que develaba la palabra escrita era en las cartas. Le escribía cartas a todo el mundo porque no conocía otro camino para perder la timidez, para aproximarme a alguien y decirle tengo miedo, para confesarme —casi de manera religiosa, por qué no, ya que a mí nadie me enseñó a hablar con dios—.  

Exceptuando las cartas, el resto era mío: un gesto celoso, introvertido, un monólogo encriptado que con el tiempo terminó asfixiándome porque la escritura, ahora lo entiendo así, se hace también hacia y desde afuera. 

Cuando empecé a mostrar lo que escribía fue gracias a Internet y un blog naif en el que conté los primeros episodios de mi primer viaje a Sudamérica. Intentaba pequeñas crónicas personales sobre mi encuentro con Buenos Aires, su nostalgia heredada, las noches en Almagro tomando litros de cerveza Isenbeck, pero no lograba escribir nada que me dejara satisfecha. Todo me parecía cursi, banal, impostado. Me mecía entre aquel placer primigenio suscitado por el ejercicio de escribir (intentar entender algo, encarnarlo en la página y después dejarlo ir) y un sufrimiento inexplicable por no encontrar las palabras adecuadas, las más precisas, por perseguir siempre una idea escurridiza que no era capaz de materializar. 

Probaba de nuevo algunos trucos, quería volver a jugar, pero todo lo que escribía empezaba a volverse en mi contra, me hacía sentir insegura. «No vale la pena», «por qué escribí esto», «tengo que borrarlo». Eliminé el blog y construí otro. Seguí escribiendo, pero el efecto era el mismo: tristeza recurrente, vueltas y vueltas y vueltas sobre lo mismo, vergüenza. ¿Compartir lo que escribía me estaba alejando del placer de escribir? ¿solo podía escribir desde el dolor? ¿por qué la escritura se había llevado mi alegría? Ahí estaba, tomada por las emociones que se sucedían como olas de un mar enfurecido, sin poder sacar la cabeza para respirar, moviendo brazos y piernas torpemente. 

«Escribir: era lo único que llenaba mi vida y la hechizaba», dice Marguerite Duras. Eso quería para mí: un hechizo, la posibilidad de conjurar la realidad hasta el punto de encontrar ese estado de plenitud. 

No recuerdo el momento exacto en que la escritura dejó de dolerme, pero sospecho que tiene que ver con el hecho de perder el control. Es decir, poco a poco dejé de esperar tanto de la escritura y la escritura, como si tuviera una inteligencia propia, me devolvió algo de paz. Ocurrió en la escritura porque había ocurrido antes en mi vida. Me había estado entrenando con dedicación en el ejercicio incansable de volverme una persona más humilde, menos soberbia y egoísta. Aquellos pequeños logros cotidianos se iban colando en mi mirada sobre las cosas y después en mi cuaderno.

También logré relajarme gracias a la poesía. Cuando dejé atrás la intención de cronista, cuando dejé de esperar legitimación externa, cuando dejé de intelectualizar absolutamente todo lo que escribía, cuando dejé de ponerme en el centro —yo, mi drama, mi punto de vista— y me entregué a la escucha de las pequeñas cosas, a su magia indescifrable, al lenguaje como posibilidad infinita, como forma de la ternura, entonces empecé a escribir con placer. 

Dice Duras: «Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho.»

No niego que exista siempre cierta tensión entre dolor, escritura, construcción del yo, contexto y disfrute. Que a veces no es tan sencillo como dejarse sorprender, ejercer la escucha, atender la música sutil que nos canta. No niego el dolor, pues el dolor y el placer conviven en mí. No me niego a mí, pues convivo con las otras cuando escribo. Simplemente digo que también puedo practicar el placer y que tengo que estar dispuesta a ejercerlo soberanamente, sin ser tutelada siempre por un afuera que me deja triste, aislada y confundida en la escritura. 

«Escribir (…)

para mover la mano y seguir su curso
para sentirse viva»

escribió Chantal Maillard. Y sigue:

«escribir

para no mentir
para dejar de mentir
con palabras abstractas
para poder decir tan sólo lo que cuenta

decir que a las once
de la noche de hoy
mientras la luz calienta
el lado izquierdo de mi almohada
y la sábana verde se desdobla
en el espejo del armario
estoy en mí.»

Alguien me dijo una vez que no debía terminar un texto con una cita. Pero, ¿por qué seguir escribiendo ahora, si puedo quedarme en el placer inmenso que me suscita este poema?

(1) Piñon, N. La seducción de la memoria (Fondo de cultura Económica de México)
(2) Duras, Marguerite. Escribir (Tusquets, 2000) 
(3) Versos de su poema Escribir

Fotografias: Anita Piñero

maestrx interior

Noelia Gauna

¿De quién es el placer? ¿Es de nuestro ego? ¿De nuestra mente neurótica o de nuestro ser más profundo?

El placer tiene dimensiones muy amplias. Hay explicaciones neurológicas, psicológicas, sociales, filosóficas.

¿Y eso a la hora de sentir placer para qué sirve? Lo importante es sentirlo y no apegarse a él como un hedonista empedernido.

Para los hinduistas la vida consiste en Dharma, Artha y Kama.

Kama es la conciencia del placer, es el disfrute de lo conseguido, de los objetos, de las cosas, de las riquezas aprehendidas por los cinco sentidos, ayudados por el espíritu unido al alma. El punto básico, esencial de ello, es un contacto especial entre el órgano del sentido y su objeto del deseo, y la conciencia de placer que se experimenta.

A Kama lo enseñan los Kama sutra, o aforismos del amor. Algunos consejos, y advertencias son interesantes y nutritivos, cómo la importancia del conocimiento mutuo, y la confianza, las dimensiones y las respectivas uniones que se corresponden, los distintos tipos de pasión, los tipos de abrazos, besos, mordiscos, arañazos y las zonas y momentos donde ejercerlos y las posturas de placer. 

Otros consejos a mí parecer son consideraciones que necesitan ser derribadas porque la búsqueda de placer y sumisión femenina están enlazadas y son en pos de satisfacer al hombre sobre todas las cosas, al punto de que la mujer sea un canal para su propio placer, y el placer está más ligado a lo sexual que a otros aspectos de la vida.

Quiero vaciarme de información e ir por lo simple, cómo lo es el placer mismo.
Pregunto en mí círculo íntimo ¿qué te da placer? Las respuestas obviamente incluyen comer, coger, dormir. Y después el abanico se amplía, da placer ver un atardecer, escuchar la lluvia, el silencio en el campo, el viajar, el estar cerca del mar, o de la naturaleza.

A mí me da placer todo lo dicho y también cada tanto leer una poesía de las primeras que leí, de una poetisa uruguaya, Delmira Agustini, del libro blanco (1907)
El intruso

“Amor, la noche estaba trágica y sollozante, cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura….
Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante, bebieron en mi copa tus labios de frescura, y descansó en mi almohada tu cabeza fragante, me encantó tu descaro y adoré tu locura…
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera, y tiemblo si tu mano toca la cerradura, y bendigo la noche sollozante y oscura que floreció en mi vida tu boca tempranera!”

La filosofía de Yoga, siempre recalca que todo es dolor y que la causa de sufrimiento tiene que ver con desear, y que no hay que apegarse a nada.
Para mí sin deseo no hay vida, y sin placer no hay recompensa ante el dolor que implica estar en este plano.

“El mundo real está más allá de nuestros pensamientos e ideas, lo vemos a través de nuestros deseos, dividido entre dolor y placer, bueno y malo, interno y externo.
Para ver el universo como es uno, tiene que situarse más allá de la red.
No es difícil de hacerlo, porque la red está llena de agujeros.”

Sri Nisargadatta.

Dolor y placer dos caras de una misma moneda llamada Vida.

Buda cuando alcanzó el nirvana pudo vislumbrar que no existimos como seres separados.

¿Entonces el placer es tuyo? ¿O el placer es nuestro?

Tu contacto con el placer es de todos y es tuyo y es nuestro.

Si podés gozar en todos los momentos de la vida, y aún estando bajo la tormenta recordarás el placer que te da lo que te da placer, para mí, entendiste todo.

Porque el placer termina siendo un camino hacia la fe en la vida siempre cambiante.

E03 ~ TERRITORIO

narrar el cuerpx

Carla Santángelo Lázaro 

La primera vez que leí este libro fue gracias a Malu y Juanfer, amigues que habían decidido editarlo y publicarlo con su sello editorial Derrames en una imprenta que tenían por el barrio de Almagro. Todavía vivíamos en Buenos Aires —después volvimos a nuestras tierras de origen— y nos juntábamos a pensar la literatura o a conversar sobre libros, dificultades económicas y pequeños detalles de la vida cotidiana. Lo más bonito era ver cómo agarraban el papel y lo metían en aquella guillotina para cortarlo a medida, después colocar pegamento en el lomo y cerrarlo con la portada. Ir a su estudio significaba estar más cerca de los libros que nunca: podía ver cómo se convertían en materia viva.

De toda la colección de textos que habían decidido publicar, elegí el de Dorotea Gómez Grijalva, escritora guatemalteca, por su título: Mi cuerpo es un territorio político. La corporalidad en la literatura es uno de los «temas» que más me preocupa y convoca. Además, estaba inmersa en un momento muy especial con respecto a mi experiencia lectora: quería decolonizar mi biblioteca y mi mente. 

Grijalva compone este texto desde su experiencia propia, desde su historia, asumiendo algunas dimensiones de su identidad como parte fundamental de la relación entre el cuerpo, el territorio y la palabra. Ella, como mujer maya, feminista y lesbiana, nos dice:

«(…) asumo a mi cuerpo como territorio político debido a que lo comprendo como histórico y no como biológico».

Para ella, el cuerpo no es solo algo que viene dado por nacimiento, sino un territorio sobre el cual se inscriben condiciones ideológicas, discursivas, históricas, geopolíticas. Si el cuerpo es nombrado y leído por otres, entonces también puede ser un espacio de resignificación. 

Cuando leía este texto me acercaba, sigilosa, a la historia de la autora tratando de entender cuáles eran todas esas instancias que habían ido significando su corporalidad: el conflicto armado que estalló en los años 60 a causa de la opresión del Estado, el racismo estructural y la negación de la existencia de la población maya en Guatemala, los asesinatos a su pueblo, los desplazamientos forzados y tantas otras.

¿Cuántas historias caben en un cuerpo?

¿Qué guardamos en nuestra memoria celular?

Grijalva se pone frente a sí misma y escribe:

«Este proceso de habitar mi cuerpo ha adquirido una dimensión holística, puesto que lo he venido haciendo cada vez más desde una perspectiva integral, trenzando las dimensiones emocional, espiritual y racional».

Y asegura que estas dimensiones no se ordenan jerárquicamente, pues todas son importantes. Este proceso de comprensión holística de su cuerpo se da para ella a partir de la reflexión alrededor de una enfermedad alérgica que sufrió en los 6 y los 18 años.

«En la escuela y en la casa donde me hospedaba, las personas me trataban con desconfianza, me interrogaban para saber si era contagiosa la alergia que afectaba mi piel», cuenta la escritora.

Después de muchos años de no encontrar respuestas, una Dorotea joven se encontró con una dermatóloga que le propuso hacer terapia psicológica por la posible relación psicosomática entre los traumas que había sufrido y la alergia, pero ella no tenía recursos para pagarse un tratamiento de ese tipo. Por eso acudió a una profesora de psicología que le recomendó algunos libros que ella devoró buscando respuestas sobre la relación del conflicto armado guatemalteco y su piel.

¿Cómo irrumpe la violencia sobre los cuerpos?

Hilo a hilo, Grijalva fue tejiendo las violencias que había sufrido durante su vida y que no solo tenían que ver con los militares, sino con «las relaciones de poder-opresión» que tanto ella como su familia experimentaban cada día.

La autora despliega todas esas partes de su identidad que la han conformado desde el cuerpo. Habla de cómo ser mujer y no querer casarse la coloca en un lugar de exclusión. Se junta con otras mujeres que están en la misma situación y juntas piensan sus vidas para darles otro sentido:

«Casi todas éramos objeto de violencia en la familia porque nos rebelábamos a servir a los hombres de nuestras casas; casi todas sufríamos la desvalorización cotidiana de nuestro trabajo; en nuestras casas nos tildaban de haraganas a pesar de que éramos las responsables de hacer la comida, cuidar a los hermanos pequeños, lavar la ropa de los demás hermanos y limpiar la casa. 

Aunque muchas vivíamos resguardando nuestros cuerpos, escondiéndolos lo más que podíamos para que no nos manosearan en las calles y en los buses, de todas maneras, los hombres nos asediaban y manoseaban.»

Narrándose con otras en ese plural, construye una forma afectivo-política de estar en el mundo: resiste con sus amigas. Dice:

«En nuestras conversaciones nos reíamos y llorábamos de los agravios que vivíamos y, al menos cuando estábamos juntas, inventábamos un mundo que nos acogía y nos motivaba a seguir soñando con una vida mejor.»

Ellas, juntas, que en su corporalidad se iban inscribiendo una serie de violencias —algunas físicas, otras simbólicas— conjuraban la realidad con la palabra y la compañía. Así, poco a poco, iban haciendo posible otro futuro.

Después de la alergia vinieron gripes y dolores de intestino que también consultó con un médico. Durante años siguió observando cómo su cuerpo se manifestaba con síntomas y dolencias para las que no encontraba cura. Dentro de toda esa incomprensión, había entendido que el silencio, al romperse compartiendo sus experiencias, permitía que los dolores se reubicasen dentro de ella. 

En ese camino de pensarse cuerpo-territorio-palabra se encontró con algunos conflictos que le hicieron pensarse a sí misma como alguien que vive en los márgenes, ya que no podía identificarse con los movimientos feministas blancos que la excluían como mujer maya, pero tampoco con las perspectivas esencialistas de algunas mujeres mayas que no entendían por qué ella rompía con los valores conservadores de «la mujer maya». 

Entonces, dudaba:

«Por algún tiempo creí que el feminismo no dialogaba con mis preocupaciones, mis reflexiones contra el racismo y con mis reivindicaciones étnicas. Pero tampoco me sentía incluida en el discurso indígena/maya dominante.»

¿Cómo se construye la identidad de un cuerpo-territorio?

Gómez Grijalva no se rindió. En su búsqueda fue dialogando con unos y otros puntos de vista, conversando, escuchando, haciendo preguntas sobre la distancia entre lo que ella vivía y las cosas que leía en los libros. En definitiva, articulándose como sujeta política al mismo tiempo que intentaba desentrañar las partes más íntimas de su historia. 

¿Es el cuerpo un territorio íntimo y político?

«No fue fácil ver en mi propio espejo lo poco que aplicaba de los aportes de las teorías feministas en la comprensión y cuidado de mi cuerpo», escribe, y me doy cuenta de que justamente este párrafo fue uno de los que más me atravesó cuando leí el texto por primera vez.

Esa escisión entre lo pensable y lo factible, entre el libro y la vida, ¿cómo se concilia? ¿Cómo se teje, realmente, el cuerpo-territorio-palabra?

Así como yo dialogo con Dorotea, ella dialoga en el libro con Adela Delgado, «una amiga maya q´eqchí que se asumía lesbiana-feminista». Cuenta:

«En el marco de mi amistad con Adela, me interesé por saber qué significaba para ella mujer maya q ́eqchí ser lesbiana feminista. Quería comprender cómo Adela lidiaba-vivía con sus identidades asumidas en un contexto como el de Guatemala profundamente racista, clasista y patriarcal.»

Dorotea, a partir de su amistad con Adela, empezó a frecuentar «bares gay-lésbicos» y a darse cuenta de que era mirada con recelo por ser mujer maya, lo que le hizo pensar en el enorme tabú en el que estaba inmersa y asegura:

«(…) aunque para esa época 2000 ya había incipientes iniciativas organizativas que abordaban el lesbianismo en Guatemala, por lo que supe, el enfoque étnico-racial no era uno de los ejes principales en el análisis y comprensión de esta realidad.»

Es decir, que cada episodio de la vida de esta escritora abrió delante de ella, como pensadora, la cuestión de cómo su corporalidad-territorio estaba atravesada por realidades diversas que complejizaban sus experiencias.

«A pesar de mis temores, decidí asumirme lesbiana, aunque supiera que la aceptación de mi opción sexual, no iba ser fácil. Especialmente porque asumirme lesbiana, definitiva- mente, implicó prepararme emocionalmente para que, además de lidiar con el racismo, yo pueda encarar sanamente la discriminación y exclusión lesbofóbica.», cuenta Grijalva.

Así, en un texto breve pero intenso, esta escritora guatemalteca propone la posibilidad de pensarse desde múltiples perspectivas y así, también, pensar la familia en la que se crio, la sociedad en la que fue leída, el Estado que la violentó, las amigas con las que aprendió, las relaciones que la hicieron ser quien es. 

Cuerpo y territorio: una relación íntimo-política en la que entra todo: los afectos, los traumas, los conflictos, las guerras, los movimientos migratorios, el deseo y, además, la posibilidad de narrarse a una misma.

Esta autora, que piensa-siente-vive en el texto, nos deja una puerta abierta:

«Re-pensar cómo quiero tocar la vida con mi cuerpo, conlleva necesariamente respetar lo que real- mente me da placer sexual, espiritual y emocional.»

Fotografias: Nacho G. Griaza

maestrx interior

Noelia Gauna

Existen muchos mundos en este mundo.

Cada continente es un mundo. Cada país es un mundo. Cada pueblo es un mundo. Cada familia es un mundo. Cada cuerpo es un mundo.

El territorio nos traspasa, sus límites y virtudes se vuelven uno con el cuerpo, y no es algo que puedas elegir, sucede.

Recuerdo ser niña y ver cómo los indígenas Qom, pasaban ofreciendo sus artesanías, pidiendo de comer, descalzos en plena siesta formoseña de 40 grados, donde todo quema, hasta el aire que respiras. Sufría por ellos. Me generaba una impotencia verlos tan excluidos y marginados.

Mí madre y mí padre eran docentes rurales, me hacían entender el otro lado de esa situación, había desidia de parte del Estado, y también había rechazo a nuestra cultura de parte de ellos. La manera de ayudar al otro era el servicio nos decían en la iglesia, porque en esa región de dónde vengo, la religión con sus luces y sombras, siempre fue muy importante.

Quienes éramos nosotros que vinimos a sus tierras y queríamos que ellos fueran como nosotros entendíamos a lo ideal?

Ellos vivían libres, y de repente llegaron otros y les dejaron una herida, que hasta hoy sangra, tan acostumbrados a la sumisión, que ya ni alzan la mirada.

No todos los que vinieron hicieron daño, algunos venían escapando de los daños en sus territorios.
Lo sagrado para los pueblos es respetar a la tierra, como uno respeta a una madre.

Desde los pueblos más primitivos, los límites o círculos de protección divina fueron establecidos como un acto religioso. Los límites ganaban formas materiales diversas: un pozo cavado o una muralla, entre otros. Fuera de esos límites estaba el caos.

La instalación de un territorio era, por lo tanto, una decisión vital, un acto de concepción de vida colectiva, de un mundo propio, que se distinguía en el espacio y al mismo tiempo unido al cosmos. Cada unidad del patrón organizativo alrededor del punto fijo de unión con el espacio absoluto de lo divino, se presentaba como manifestación de la vida e identidad del ser, el “alma” nacida por el acto de la concepción, con la finalidad de continuar existiendo por toda eternidad (Wiener, op. cit.)

No entiendo cómo existen personas a las cuales los otros le importan tan poco. No sabría cómo ser así, soy un ser humano P.A.S. Persona Altamente Sensible. 

He llegado a sufrir pensando en la contaminación ambiental, y en algunas  tradiciones territoriales, religiosas, que limitan al punto de la asfixia literal, como en el caso de las mujeres que usan burkas. 

Con el paso del tiempo comprendí que así como yo sufría desde  mi subjetividad , quizás ellos estarían pensando, pobres personas, están desconectadas de la naturaleza y de la paz de lo simple. 

Gran premisa para poder empatizar sin hacernos daño, es saber que nadie salva, que no debemos suponer, y que todo tiene un sentido más allá de la lógica. 

Cuando vine a vivir a Buenos Aires, entendí a mis ancestros, sentí el peso de la historia de mi árbol. En otro territorio, empecé a darme cuenta lo mucho que me costaba mirar a los ojos, y lo sensible a la mirada de los otros que era. Empecé a notar la velocidad en el habla, y la poca profundidad que a veces implicaba una gran ciudad . 

Pude ver y sentir como mi cuerpo era una manifestación de mi territorio cultural religioso familiar. 

Dürkheim (1999: 504):

[…] hay en la religión algo eterno destinado a sobrevivir a todos los símbolos particulares en los que el pensamiento religioso se envolvió sucesivamente. No puede haber sociedad que no sienta la necesidad de conservar y reafirmar, a intervalos regulares, los sentimientos colectivos y las ideas colectivas que constituyen su unidad y su personalidad.

El lugar puede adquirir profundo significado para el ser humano a través del continuo acrecentamiento del sentimiento religioso a lo largo de los años (un mueble, una pieza, un jardín, etc.). Por otro lado, los lugares sagrados atienden principalmente las necesidades de religiosidad: “no se aproxime aquí, dice el Señor a Moisés, descalce las sandalias; porque el lugar donde se encuentras es una tierra sagrada”.

La instalación de un territorio era, por lo tanto, una decisión vital, un acto de concepción de vida colectiva, de un mundo propio, que se distinguía en el espacio y al mismo tiempo unido al cosmos. Cada unidad del patrón organizativo alrededor del punto fijo de unión con el espacio absoluto de lo divino, se presentaba como manifestación de la vida e identidad del ser, el “alma” nacida por el acto de la concepción, con la finalidad de continuar existiendo por toda eternidad (Wiener, op. cit.)

 

La tierra entera, es una comunidad, un espacio tiempo en común, que tiene voz propia, y que va tomando la forma que los sentimientos de los que la viven, van proyectando.

Soy co creadora, quizá a gran escala no pueda generar un gran impacto, pero con los pequeños actos de humanidad consciente, espero caminar por la vida  sintiendo lo sagrado, lo sutil, lo inexplicable que es estar aquí y ahora. Me dedico a ayudar a los otros con sus cuerpos, porque ha sido la mejor manera que encontré de hacer servicio, y de canalizar mí  empatía. 

Ser una buena persona e intentar dar lo mejor, es la mejor manera de aportar al cambio de conciencia inclusivo, al que debemos llegar, para seguir compartiendo este gran territorio llamado Tierra.

No perdamos los dones que nuestros territorios familiares, sociales, nacionales, religiosos nos legaron, creemos nuevas historias que reflejen que las virtudes necesitan de la comprensión de los límites, para ser plenamente vividas.

Perdonemos e integremos los errores.

Esta tierra y esta vida tiene predominio de agua, la vida es como el agua, que toma la forma que la contiene. 

Aceptar la diversidad de las interpretaciones, y de las identidades,  es a donde debe apuntar la flecha del pensamiento colectivo que construya futuros. 

Este presente, clama cambios de paradigmas, tenemos conciencia del efecto mariposa, sabemos que cada acto tiene su reacción. 

Y en la madre naturaleza es donde más estamos viendo su impacto. Los fenómenos climáticos y nosotros estamos íntimamente conectados, hay elementos que nos sanan porque sanan los elementos que poseemos. Al fuego calma el agua, Al éter la tierra. 

Un elemento sin el otro no es.

Y estamos dañando nuestro gran territorio en común, decidiendo por la vida de los seres sintientes humanos  y no humanos, necesitamos políticas que incluyan a la salud emocional y espiritual de las personas, sin importar cuán desarrollado sea el mundo donde viven, sin educación la brecha de separación es un abismo.

Cuando todo cae, es para volver a subir. Hay que derribar muros y enemigos, nos va a ir mejor, si todos naturalizamos la unidad y la diversidad como sentido primordial, para la paz común.

Se termina la era de juzgar, y ver al otro como un territorio a invadir o que puede invadirnos. 

El sentimiento de ataque, es el sustento inconsciente de la separación, las violencias, y las injusticias.  Por eso necesitamos que las terapias complementarias, las medicinas alternativas, sean reconocidas, que tengamos la posibilidad de elegir y fundamentalmente prevenir. 

A mayor información, más cuidado, más conciencia, más abierta la mente a todos los puntos de vista, por lógica si cuido mi cuerpo y mi energía como un territorio sagrado, puedo ver al todo como un espacio Sagrado.

Como dice Jung lo que resiste persiste. 

Abraza las marcas de tu rostro, están vinculadas a los sentimientos que desarrollaste, a tu entorno, a tu patria. Un rostro también puede leerse como la palma de una mano. El ser humano y su entorno son indisolubles. 

El ser humano es el territorio donde nace la conciencia.

¿Quién soy?
Solo sé que vengo de todas las tribus de la madre tierra,
y también de las estrellas.
Soy nueva y soy antigua.
Soy este momento y fui todos los momentos.
Soy la magia y la realidad
Y estoy buscando todo lo que soy,
porque es infinito lo que llevo dentro.

Fotografias: Nacho G. Griaza

23 CICATRICES

Agostina Guzzo


Mi cuerpo, mi territorio.

Fusiono anotaciones, recuerdos, fotos, como se unen cuerpos, ideas y pedazos de tierra para ser algo más que simples partes. Lo hago para que las palabras trasciendan los límites y lo hago porque hay Repúblicas que no tienen fronteras y cuerpos que ya no tienen miedo; sucede así:

Ayer fue mi cumpleaños número 37. También tuve 37.8 de temperatura. Mi cuerpo era frío para después ser calor, derramar agua hasta inundar las sábanas. Llevo treinta y cinco días de antibiótico, cinco vía oral, pues me sacaron el catéter. Pueden ser muchas posibilidades. Esperar, la única opción. 

Siento mucho miedo. Mi única certeza es no volver a la clínica. Deseo estar frente al Congreso, en la calle, para sentir lo colectivo, esa comunión a veces alegre, a veces dolorosa. Poner mi cuerpo para que todos mis sentidos sean atravesados por los abrazos, las voces y más. Poner mi cuerpo allí, donde están lxs otrxs, con otrxs.

Recuerdo a Mariano Ferreyra yendo con un cuerpo sano para irse con un cuerpo muerto. Y me llueven a la mente historias, con caras y nombres de mujeres, que fueron con sus cuerpos a lugares de los que nunca volvieron.

Me duele el cuerpo. Lo recorro con mi vista y lo siento el territorio más sagrado que tengo. Veo sus cicatrices aún abiertas, las últimas cuatro, de las veintitrés.  Me pregunto cuántas heridas están abiertas en esa plaza hasta que sea ley. Cuánto dolor tuvieron esos vientres antes de la muerte. Empiezo a sangrar, la menstruación me es, después de dos meses sin. Veo la sangre y me pregunto cuánta fue clandestina.

Me recorre la desesperación de que no sea ley; murmuran que sí. Y gritan que sí en la plaza. Y yo que llevo encierro encima, en un territorio que no supera los 50 mts2, desespero por tener otro cuerpo que me habilite estar ahí.   Deseo el territorio, más aún el aborto legal.  Me limito a una manifestación política desde un celular. Me consuelo, ridículamente, con<mejor que esto nada> . Me recuerdo que todo es político, mi cuerpo, el aborto, el territorio, la conectividad, las palabras.

Me des-calmo pensándome lejos de la calle y me vuelvo a calmar cuando suena el celular. Fotos, videos, audios de cánticos. Están ahí, donde yo no puedo. 4 Km y territorios tan distintos como los cuerpos que habitamos.

Me llega una foto, con lágrimas en sus ojos. No hay distancia para tanta felicidad.

Es ley en todo el territorio de la Argentina, es Ley en todo cuerpo que desee no gestar.

Fotografias: Nacho G. Griaza

ABRIR LA PREGUNTA

Sara Zironi

El mapa no es el territorio
El mapa muchas veces ha sido creado por otrxs.
El mapa…
mapas.
Los mapas pueden romperse…
algunos parecieran hechos de un material que por más que se intente que se arrugue se tironee, pareciera no querer deshacerse.. transformarse en papel reciclado.
El territorio nos acompaña desde que nacemos, que va, desde antes…
un territorio a explorar..
un territorio a desear explorar.. 
con asombro
con placer
con dolor
y poco a poco nos acercan los mapas correctos con los cuales recorrerlo…
o no recorrerlo.
desconectar del territorio,
el territorio se vuelve ajeno.
Dependiendo de cómo sea tu territorio
el mapa pareciera ser más prohibitivo, el territorio peligroso.
Qué pasa con la edad y la exploración
¿ya dimos por acabado nuestro mapa?
¿mapa o mapas?
¿El mapa muta?
¿Cómo nuestra exploración y construcción de mapas tan diversos podría generar cambios a niveles políticos, sociales, medioambientales?

Cuerpo e imagen

¿Podemos diferenciarlos? ¿Podemos comprender cómo se crea una imagen del cuerpo, un mapa?

Elina Matoso abre su libro “El cuerpo, territorio de la imagen” escribiendo:

<< “Cuerpo” como carne, fluído, hueso, finitud y contundencia. Imagen como representación ineludible para que la carne est
é viva en lo humano. No como instancias duales sino como textura de la trama. Carne e Imagen o Imagen carnalizada ponen sobre la superficie temas que constituyen límite y desafío dentro de las teorías de la corporeidad. Podríamos mencionar en primer lugar la relación entre “unidad” y “fragmentación”. El cuerpo ¿es “relato único” dueño de la verdad de la existencia o es multiplicidad de fragmentos flotantes de un territorio sumergido que sólo dejan ver algunas islas?>>

Y
nos comparte las palabras de Maisonneuve, Bruchon-Schweitzer: “Según la manera en que una sociedad plantee el problema de la vida y de la muerte, del trabajo y de las fiestas, según la idea que ella se forje de la naturaleza del humanx, de su destino, según el valor que asigne al placer y al saber, el cuerpo será evaluado, tratado y representado diferentemente»
Y nos cierra esa primera parte del libro con “El cuerpo territorio de imágenes, es nutriente de la materia viva y de la visibilidad del alma. Las imágenes poseedoras de una óptica específica nos reflejan y en ellas nos develamos como humanos.”

Tengo pocas palabras para esta sección, estoy en ese proceso de exploración de mi territorio, de mi cuerpo, y me traigo, no por el hecho de hablar de mi en primera persona sino por la necesaria exploración individual y comunitaria como acompañante de procesos individuales, que son parte la mayoría de las veces de procesos colectivos.

Busco cuál es mi clave para este cambio. Mi clave, nuestra clave, construirla con otrxs.

Pareciera que hay pocas preguntas pero en realidad se abren tantos enigmas e incógnitas que se haría muy denso.

Me gustaría que las crearamos juntxs, que poder intercambiar cuestionamientos al respecto desde las experiencias.

Que esto no sea un texto unidireccional.

Así que solo terminaré con unas palabras de María auxiliadora Gálvez en su libro “espacio somático, cuerpos múltiples” con las cuales resueno tantísimo:

<< Trabajo con cuerpos porque conociendo sus imaginarios podemos tender a relaciones políticas panárquicas en las que el poder emerja por igual de cada cuerpo, y de cada cuerpo con originalidad y creatividad únicos…y todos son empoderados en y por su especificidad pero todos solidarios en y por su comunidad.
Trabajo con cuerpos porque tienen la clave acerca de cómo conocer el conocer con tan solo mirando hacia su acción y su auto-organización
Trabajo con cuerpos porque contienen paisajes y su esencia es la esencia de otros organismos de otras naturalezas.
Trabajo con cuerpos porque vivimos aisladamente pero si no tomamos la realidad de forma literal descubrimos la continuidad y la multidimensionalidad.
Trabajo con cuerpos para conocer cómo se accede a la esencia de esa continuidad, de esa multidimensionalidad.
Trabajo con cuerpos porque aún no sé lo que un cuerpo puede hacer.
Trabajo con cuerpos por sus dimensiones intangibles e invisibles.
Trabajo con cuerpos porque no puedo eludir la corporalidad de lo que soy ni la invisibilidad de lo que algún día seré.
Trabajo con el cuerpo porque traen una realidad a la mano, porque cuando tocan hacen revoluciones.>>

Abrirse a la posibilidad de esta corporeidad que somos
Abrirse a escucharse
Abrirse a la imaginación que encierra nuestro territorio
Construir desde la corporeidad
¿Qué emoción aparece?
¿Qué recuerdo encierra?
¿Qué camino traza?
¿Qué creación impulsa?
¿Qué creencia desanda?

Fotografias: Nacho G. Griaza

E02 ~ SEXO

ABRIR LA PREGUNTA

Sara Zironi

Cuando hablamos de sexualidad, muchas veces, nuestra mente se dirije al sexo, a lo genital.
Las palabras y la construcción alrededor de ellas van generando también experiencias y muchas veces sus respectivas jaulas.
Tal vez hoy estemos en un momento de poner en duda, de repensar los significados, las creencias, los discursos para justamente poder ampliar esa experiencia y poder encontrar quienes estamos siendo, y quienes no estamos siendo, tal vez.
Es necesario que ocurra.

Desde mi lugar, la sexualidad va más acá y más allá del sexo.
Comparto lo que dice Sofia Lobo Parisi: La sexualidad es todo proceso corporal regulado por el placer.

Entonces nos pregunto, cuales son los procesos de tu vida regulados por el placer, donde has perdido ese placer … que emociones te surgen en esos procesos de placer.
Dentro de esos procesos incluyo la menstruación, con todo lo que abarca y pienso como en el transcurso de la historia se ha desconectado de ello, llegando a ser medicalizado como si fuera una enfermedad.

El dolor que nos distancia del placer,
volver a reencontrarnos con ese camino.
Reencontrar las huellas.

¿Qué sucede qué los procesos femeninos que se han construido y tratados como procesos que necesitan ser medicalizados, silenciados, avergonzados, culpógenos?
Menstruación, embarazo, menopausia.

Para abrir la pregunta me gustaría traer la voz de Fabiana Villalba que acompaña a través del Tantra, a partir de una pequeña entrevista para qué nos comparta su nutritiva visión:

“En este proceso de recuperar la sexualidad cuestionar es para mi la clave, pero siento que algo realmente se abre cuando ese cuestionamiento se hace desde el cuerpo y empezamos a explorar nuevas formas de estar en el cuerpo, habitarlo y encontrar la manifestación del placer y el erotismo. 

Creo que la primera pregunta a hacernos es ¿Qué lugar ocupa la sexualidad en mi vida? ¿está relegada al encuentro con un otre? ¿a la exploración conmigo misme? ¿atraviesa mi vida? ¿A qué aspectos asociamos la sexualidad? 

Luego preguntarnos por el placer ¿Qué es para cada une el placer? ¿Cuánto espacio hay en mi sexualidad para el placer? ¿y en lo cotidiano? …

Y yendo más a lo profundo, ¿qué entendemos por erotismo? ¿nos sentimos eróticxs, erotizades? 

Venimos de un modelo de aprendizaje en donde alguien que sabe más que yo, me transmite el conocimiento y esto deja poco espacio para la investigación, la pregunta y el desarrollo del pensamiento propio, que surge a través de la vivencia en el propio cuerpo, en la subjetividad: somos un cuerpo-sujeto, que en su naturaleza primal es sexual, erótico y en placer.

Si yo puedo percibirme siendo cuerpo puedo empezar a buscar las maneras de recuperar esos estados naturales de placer, sexualidad y erotismo. 

Creo que está bueno preguntarse ¿de qué maneras o en qué momentos puedo percibirme cuerpo sujeto? seguramente para cada quien sea diferente, bailando, caminando por el bosque, haciendo el amor, teniendo un orgasmo, amamantando, haciendo yoga, respirando, escribiendo, dando una clase, etc, etc, etc y entonces puedo preguntarme si encuentro placer siendo cuerpo- sujeto? ¿si ese placer se condice con la idea o el preconcepto que tengo del placer? y siempre preguntarnos cómo podemos habilitarnos más este espacio

Mi exploración de la sexualidad tiene que ver con eso, con posibilitar espacios para la exploración propia, no queriendo dar una definición propia y acabada de que es la sexualidad sino de abrir el espacio para que cada une se encuentre con lo propio, con aquello que la vida expresa a través de su individualidad y esto es incomodo porque implica un cambio de perspectiva, no sigue una lógica patriarcal de conquista del conocimiento y resolución de un aspecto o problema sino que tiene que ver con un profundo encuentro con une misme. 

Siento que estamos en ese momento de construcción colectiva del saber, donde no hay verdades absolutas sino preguntas.

¿Qué es la sexualidad para vos? ¿dónde se manifiesta en tu cuerpo? ¿Qué es el placer? ¿qué se erotiza? ¿Tiene que ver con el amor? ¿con lo creativo?”.

Estoy leyendo un libro que se llama “el placer borrado, clítoris y pensamiento” de Catherine Malabou.

Y aunque la sexualidad va más allá del sexo, de la genitalidad, cuan importante reconocer, visibilizar, hablar, sobre el placer femenino y en ello sobre el clítoris.
Porque ello hace a nuestra sexualidad, a nuestra integridad.

Como una parte anatómica de nuestro cuerpo puede contener tanto, nuestra memoria, historia, cultura está inscrita en el cuerpo…
El cuerpo pensamiento.
El clítoris, el placer por el placer mismo, esa anatomía silenciada, invisibilizada, manipulada,
cuanto peligro hay en el que necesito ser anulado, extirpado, confundido.

“El clítoris lleva todavía hoy la huella de una herida contra la cual las palabras se rompen como olas, y de las que se apartan no bien aparecidas.
…el lugar enigmático de lo femenino. Lo cual quiere decir que todavía no ha encontrado su lugar.
Mis trazos son en sí mismos pequeños clítoris de escritura. Dibujan sin darle figura el estatus de un órgano de placer que, aun escrúpulo, jamás se convirtió en un órgano de pensamiento.”
Y al final de su libro nos comparte una reflexión para seguir abriendo la pregunta….

“Clítoris, anarquía y femenino, que a mi entender están indisolublemente ligados, constituyen un frente de resistencia consciente a las derivas autoritarias de la resistencia misma. La derrota de la dominación es uno de los más grandes desafíos de nuestro tiempo. El feminismo es sin duda una de las figuras más vivas de ese desafío, punta de lanza muy expuesta justamente porque carece de arjé (ausencia de principio, de mando).
Pero sin principio no quiere decir sin memoria. Por eso me parece vital no amputar al feminismo del femenino. Lo femenino es ante todo un recordatorio, un recordatorio de las violencias ejercidas sobre las mujeres, de ayer y hoy, de las mutilaciones, violaciones, acoso, feminicidios. De esa memoria, el clítoris, es a no dudar, y en muchos aspectos, el depositario, símbolo y encarnación a la vez de lo que la autonomía del placer de las mujeres representa de insoportable. al mismo tiempo, cómo ya he dicho, lo femenino trasciende a la mujer, la desnaturaliza para proyectar, mas allá de las vilezas de los abusadores, grandes o pequeños, el espacio político de una indiferencia a la sujeción.
Lo femenino une esa memoria a este porvenir”

Y me gustaría cerrar diciéndonos que tomemos el camino que tomemos, que lo hagamos desde la ternura y la paciencia, dejando poco a poco de lado la exigencia, aprendiendo a escuchar a nuestro cuerpo y su ritmo.
Ya cargamos con demasiados dolores para seguir forjándonos más dolor para cambiar desde un discurso que nos apremia al cambio para un mundo mejor.
Eso sí, hagamos, accionemos, poco a poco, pero hagamos, que la mente no nos absorba.
Hagamos tierra.
Con otrxs.

narrar el cuerpx

Carla Santángelo Lázaro 

Deseo y escritura no pueden separarse. El deseo entendido como una pulsión vital mueve la escritura hasta que el ejercicio de escribir libera aquello guardado, reprimido, olvidado o no identificado. La escritura es deseo en tanto que es pregunta que quiere ser proyectada.

«Un deseo buscaba su morada. Yo era el deseo. Yo era la pregunta. Destino extraño de la pregunta: buscar, perseguir las respuestas que la calmen, que la anulen» dice Hélène Cixous en su libro La llegada a la escritura.

Si palabra y deseo van de la mano, ¿cuál es la relación entre palabra y erotismo? Y después, ¿cuál entre la palabra y la sexualidad?

Partiendo del control sobre los cuerpos que ejerce el sistema patriarcal, podemos entender el erotismo como un campo exploratorio que está al mismo tiempo construido en nuestro imaginario y que es susceptible de ser reescrito una y otra vez desde la palabra. La escritura se erige entonces como una forma de articular corporalidades y sexualidades posibles. Ante la determinación asfixiante del poder sistémico: no tendrás sexo si no es a mi manera, la intimidad de cada cuerpo pregunta: y por qué no.

A partir de esta pregunta, quiero poner el foco en la poesía, ya que el lenguaje poético rompe el orden apolíneo de las cosas y las conjura, las embriaga. La poesía subvierte la realidad a través de un lenguaje llevado al borde de sí mismo. La poesía, si se lee como el género literario más cercano a la intuición y la emoción, tiene mucho que aportar al silenciamiento de la sexualidad en nuestra cultura occidental.

La poesía erótica, que puede entenderse casi como un subgénero, fue un territorio que las mujeres tuvieron que ocupar poco a poco. Históricamente esta poesía estuvo contenida por metáforas y otras figuras retóricas que envolvían el eros con un manto de misterio. En esa tradición en que las mujeres escriben su estar erótico entre ejercicios de metaforización se encuentra, por ejemplo, este fragmento de Minerva Margarita Villareal:



Te besaré
atravesaré tu cielo
me internaré en tus ramas
circularé en tus líquidos
surgiré de la yema de la corteza de tu tronco
me alimentaré de tu jardín

 

Pero el lenguaje poético también ha ido permitiendo, sobre todo a lo largo de los dos últimos siglos, develar una sexualidad diversa, despojada y libre de concesiones.

Dejando de lado el hecho de que un análisis sobre poesía y sexualidad me llevaría muchas páginas y sabiendo que dejo fuera muchas voces, voy a tomar como referencia la poesía de tres autoras que rompen el silenciamiento de su sexualidad a partir de una experiencia entendida como «inadecuada», tomando el término del libro Poesía lesbiana queer, cuerpos y sujetos inadecuados de Elena Castro. Es decir: una práctica sexual «incómoda» para la sociedad en la que es experimentada. Pues, si bien pensamos que como sociedad lectora ninguna de estas prácticas que traigo nos parece a priori «inadecuada» todavía existe en nuestro imaginario social un cierto tabú respecto de las experiencias de emancipación sexual de las mujeres.

En su poema Más vieja, Sharon Olds escribe:



Cuanto más vieja me pongo, más me siento
casi hermosa- no mi cara, una cara común,
puritana, sino mi cuerpo. Y tendré
cincuenta, pronto, mi cuerpo
se marchita, huesudo, y me gusta su
rugosidad plateada, la piel que se afina,
la superficie de un lago rizada por el viento, un espectro
arrugado, un pliegue de humo. Sin embargo
cuando miro hacia abajo puedo ver, a veces,
cosas que, si las viera una mujer joven, la harían
gritar como en una película de terror,
quedo convertida en bruja en un instante—si me inclino
lo suficiente, puedo ver la piel fina
de mi estómago frunciéndose
y colgando en pequeños picos, como yeso fresco.
Y sin embargo puedo imaginarme a los ochenta, hecha
enteramente, por fuera, de eso,
y haciendo el amor con la misma dignidad
animal, el túnel todavía igual
al interior de una bráctea color frambuesa.
De pronto me veo joven a mí misma
al lado de esa octogenaria, me veo
como su hija, mi carne suelta y drapeada
muestra los ángulos largos de estos extraños
huesos como las manijas de utensilios de cocina hechos en el cielo.
Cuando era más joven, me veía a mí misma,
a veces, como el tosco dibujo de una hembra—
los pechos, el destello de las caderas de los años 40—
pero este grisáceo ser abollado es confortable como
una vieja prenda favorita, es casi
amable, ahora, para mí. Por supuesto, es
el amor de él el que estoy viendo, el trabajo de su pulgar
sobre este centavo de la suerte —cinco veces
cinco años en su bolsillo. Quizás
aún si me muriera, él no me vería fea.
A veces, ahora, bailo
como humo chato sobre una chimenea.
A veces, ahora, creo que vivo
en el lugar donde se hace la bebida solemne, salvaje
de acabar, no estoy todo el día acabando,
pero vivo todo el día en el lugar donde eso se hace.

 

En este poema la voz lírica se enuncia desde la vejez, ese «lugar» que se supone asexuado. La carne «suelta» se despierta por el placer del encuentro. Una mujer madura que aunque socialmente esté estigmatizada en términos sexuales, pues se presupone una subjetividad sin sexo, compone un poema de sexualidad autodeterminada y emancipadora cuando dice «puedo imaginarme a los ochenta, hecha enteramente, por fuera, de eso, y haciendo el amor con la misma dignidad
animal, el túnel todavía igual al interior de una bráctea color frambuesa».
Es decir, la mujer adulta se proyecta en la vejez para dotar de dignidad su cuerpo y su sexualidad. En este sentido, y aunque al final del poema aparece «el otro» cuando escribe que «es el amor de él el que estoy viendo, el trabajo de su pulgar sobre este centavo de la suerte», puede leerse también como un ejercicio de erotismo consigo, reconociendo cada rincón de sí misma.

De hecho, la posibilidad de proporcionarnos placer a nosotras mismas es otra de las cosas que la sociedad ha invisibilizado durante siglos. Por ejemplo, en el poema de Luna Miguel que se llama Este es el primer poema que escribo totalmente desnuda la voz poética está, como veíamos en Olds, con unx otrx y al mismo tiempo consigo misma. Aunque inicia chocando los pies descalzos contra los de alguien más, destaco los versos en los que dice «hoy me despierto descalza y es casi verano
bajo la manta me rozo contra mí
me restriego contra mí» y así produce un efecto de intimidad erótica en la que el cuerpo propio es una posibilidad suave y placentera: escribir desnuda, restregarse, reconocerse.

El poema completo:


Sé que llega el verano porque bajo la manta mis pies descalzos
chocan contra tus pies descalzos y todo es suave
el corazón que hubo en mi vientre fue corazón y no latía
fue vida y no latía
fue nuestro mejor deseo
hoy me despierto descalza y es casi verano
bajo la manta me rozo contra mí
me restriego contra mí
ya llevo más de quince días sangrando
sé que llega el verano y hasta que llega escribo desnuda
porque desnuda es como hacemos a los bebés
y así siento cariño
estoy contenta
todo es más suave.

 

Dos prácticas sexualmente «inadecuadas» para la sociedad que condena la autodeterminación «femenina»: sexo en la vejez y autoplacer.

Por último, traigo un poema de Cristina Peri Rossi, Once de septiembre. Esta elección se debe, por un lado, a la legitimación del odio homófobo que se está viviendo en España —desde donde escribo— por parte de determinados sectores del poder y que demuestra que una parte de la sociedad está lejos de entender lo diversa que es la sexualidad humana. Por otro lado, este poema trae una contraposición entre un hecho histórico tan recordado como el 11-S que se instaura en la dimensión de lo público y el encuentro sexual entre dos personas que se produce en la intimidad. Ese afuera se toca con el adentro sin terminar de afectarlo, pues mientras la voz poética se ve interpelada por lo sucedido, nos recuerda que ella mientras tanto «fornicaba hasta morir».

Leamos a Peri Rossi:



El once de septiembre del dos mil uno
mientras las Torres Gemelas caían,
yo estaba haciendo el amor.
El once de septiembre del año dos mil uno
a las tres de la tarde, hora de España,
un avión se estrellaba en Nueva York,
y yo gozaba haciendo el amor.
Los agoreros hablaban del fin de una civilización
pero yo hacía el amor.
Los apocalípticos pronosticaban la guerra santa,
pero yo fornicaba hasta morir
–si hay que morir, que sea de exaltación–.
El once de septiembre del año dos mil uno
un segundo avión se precipitó sobre Nueva York
en el momento justo en que yo caía sobre ti
como un cuerpo lanzado desde el espacio
me precipitaba sobre tus nalgas
nadaba entre tus zumos
aterrizaba en tus entrañas
y vísceras cualesquiera.
Y mientras otro avión volaba sobre Washington
con propósitos siniestros
yo hacía el amor en tierra
–cuatro de la tarde, hora de España–
devoraba tus pechos tu pubis tus flancos
hurí que la vida me ha concedido
sin necesidad de matar a nadie.
Nos amábamos tierna apasionadamente
en el Edén de la cama
–territorio sin banderas, sin fronteras,
sin límites, geografía de sueños,
isla robada a la cotidianidad, a los mapas
al patriarcado y a los derechos hereditarios–
sin escuchar la radio
ni el televisor
sin oír a los vecinos
escuchando sólo nuestros ayes
pero habíamos olvidado apagar el móvil
ese apéndice ortopédico.
Cuando sonó, alguien me dijo: Nueva York se cae
ha comenzado la guerra santa
y yo, babeante de tus zumos interiores
no le hice el menor caso,
desconecté el móvil
miles de muertos, alcancé a oír,
pero yo estaba bien viva,
muy viva fornicando.
“¿Qué ha sido?”, preguntaste,
los senos colgando como ubres hinchadas.
“Creo que Nueva York se hunde”, murmuré,
comiéndome tu lóbulo derecho.
“Es una pena”, contestaste
mientras me chupabas succionabas
mis labios inferiores.
Y no encendimos el televisor
ni la radio el resto del día,
de modo que no tendremos nada que contar
a nuestros descendientes
cuando nos pregunten
qué estábamos haciendo
el once de septiembre del año dos mil uno,
cuando las Torres Gemelas se derrumbaron sobre Nueva York.

 

Con estas tres poetas tan distintas entre ellas propongo pensar la poesía como un acto de dulce rebelión sexual. La poeta que se mira la carne colgante por los años y aun así celebra su cuerpo lleno de goce. La poeta que, desnuda en la cama, siente la posibilidad erótica de escribir. La poeta que, mientras afuera hay una colisión, una guerra despertando, es succionada, chupada por su compañera y pierde la posibilidad de responder algo «aceptable» a la pregunta de «¿Y tú, qué estabas haciendo el once de septiembre del año dos mil uno?».

Poesía, sexualidad, erotismo, deseo. Un recorrido por los pliegues del cuerpo y del lenguaje. Una posibilidad de reconocernos, de empujar los límites, de vivirnos como sujetos que, a través de la palabra, eligen cómo sentir y preguntan: ¿por qué no?

Poemas:  Sharon Olds, Luna Miguel y Peri Rossi
Fotografias: Paula Aparicio

maestrx interior

Noelia Gauna

¿Acaso ser espiritual es privarse del placer?
En la Filosofía de Patanjali, un yama, llamado brahmacharya, se refiere al control de los sentidos, y sobre todo a la sublimación de la sexualidad, para convertirla en vigor.
En el tantra yoga, la sexualidad es encuentro con la divinidad.
No existen hechos solo interpretaciones. Depende de cada maestro la percepcion sobre el sexo, depende de tu maestria tu interpretacion.
Budha tuvo su etapa de lujuria plena.
Bebe el agua de mi pozo dice Madgalena a Jesus, y es ahí de donde surge la palabra esposo en el sentido más metafórico.
Ambos avatares Budha y Jesus, tuvieron hijos.
Y aun así las instituciones nos llenaron de tabues y culpas respecto al sexo, y endurecieron nuestros musculos, hasta llegar tan profundo en algunas mentes, al punto de tener miedo al placer.

Desde la bioenergética de Lowen, la energía sexual es sinónimo de salud.
una persona saludable tiene una sexualidad plena, y viceversa.Dicha energia sexual, va mas alla del placer, tambien es el gozo de estar vivos, sintiendo al sexo hasta en el saborear de los alimentos. El comportamiento sexual no puede separarse de la personalidad del individuo, por lo que tampoco puede modificarse sin los correspondientes cambios en su personalidad.
La satisfacción sexual completa no se consigue, según Lowen, a través de determinadas técnicas sexuales, sino que es el resultado de una forma de vida: la experiencia de una personalidad madura.
La persona sexualmente madura vive y respeta su cuerpo y sus sentimientos. Esta autoaceptación, la capacita para amar y respetar a su pareja y a todos los seres vivos.

Si nos expresamos, si liberamos esos nudos de dolor y frustración, si soltamos la tensión y la rigidez, si abrimos las corazas, y nos encontramos primero con el placer en nuestro cuerpo, con nuestro propio toque amoroso, podemos hacer lugar a la vitalidad, al placer, al amor del encuentro con otro cuerpo, mente y alma.

Para gozar tenemos que tener la voluntad de sacarnos las mochilas de prejuicios, mitos, y condicionamientos, que a veces no podemos ver.
Que hermoso sería el mundo si todos pudiéramos disfrutar sin juzgar, de lo efímero y la sanación del gozo propio, y del goce con el otro.

La sexualidad va madurando, es fluida, va mutando, como la vida, eso espero, porque me ha cruzado la vida, con adultos mayores que gozan en su intimidad, y derribar ese tabú del placer sexual en la vejez, es parte del nuevo lenguaje colectivo.
Si fuera una monja, o un ermitaño, mi destino naturalmente me llevaría a sublimar el placer sexual, pero me dieron este cuerpo y quiero vivirlo por completo.
Soy espíritu, soy mente, soy cuerpo.

Este poema lo escribí en pandemia, después de un taller de sexualidad sagrada y empoderamiento femenino.

Te daré agua viva de mí pozo sagrado
Tu dame agua viva de tu pozo sagrado
Soy mujer caverna, que mantiene el fuego 
 Soy mujer divinidad, que goza de la medicina del sexo
y cuando llega al orgasmo eleva su rezo

CUERPXS MANIDESTADXS

La sexualidad, el goce, el placer, dependen de cuán abierto y libre de juicios se sienta ese cuerpo.

Lo que uno experimenta es más fácil de transmitir, por eso voy a hablar de mi recorrido en la sexualidad, para llegar a este momento de la vida donde la sexualidad se volvió un espacio sagrado de autoconocimiento para llegar al placer y para dar placer.
Esa construcción tuvo sus momentos de contradicción, porque de adolecer y de los mandatos, no se salva nadie. Sobre todo si sos parte de una familia católica, llena de represiones, secretos y mensajes malinterpretados por la manipulación cultural.

Tuve la mala fortuna de iniciar mi camino sexual, siendo abusada por alguien que conocía desde muy pequeña, entonces fue difícil llegar a este momento donde puedo decir que sobreviví a una de las situaciones más fuertes que una persona puede atravesar.
Esto inevitablemente condiciono mi sexualidad.

 

¿Cómo gozar de la sexualidad si algo traumático te sucede, o si tú cultura y tú religión te ponen límites concretos y también inconscientes?

Antes del abuso, he sido una niña, que tempranamente pudo experimentar placer con su propio cuerpo, y cuando un adulto me hizo ver que eso estaba mal, muchos años reprimí y no podía hablar de la masturbación. Y tampoco podía gozar. Tenía una herida muy profunda. Necesité tiempo y errores.

Decir las cosas por su nombre, requiere valentía, y si tengo el coraje de decir que se puede volver a sentir placer, jamás negaría, los momentos de represión,de dudas, de investigación,de confusión, de expansión, de monogamia plena, de celibato natural, por los que transite hasta habitar plenamente el goce más profundo e íntimo conmigo y también el goce y el encuentro con otro cuerpo.

Fue un trabajo encontrar la llave que me abra de nuevo al placer, y gracias a tantas búsquedas, a la literatura, a la psicología tradicional, la bioenergética de Lowen,la biodescodificación, el yoga, el reiki, la meditación, la terapia akáshica y mis amigas, estoy sentada aquí siendo hoy en día una mujer que goza.

El poder de la comunidad, de la familia, el poder de la escucha en el momento oportuno, la dicha de encontrarnos con la información que necesitamos, me hacen valorar al sexo y al cuerpo tanto como a la mente y al espíritu. 

Fotografias: Paula Aparicio

23 CICATRICES

Agostina Guzzo

El cuerpo es fuente de dolor y también, principalmente, de placer. Siento que hay muchas formas en las que le puedo dar placer a mi cuerpo. Una de ellas es cada vez que entro en contacto con el agua, todo se me vuelve goce en una simple ducha, pileta, el Paraná o el mar. La comida y la bebida me son tan sublimes que a veces creo que toda mi carta astral es tauro, pero no, ni un solo planeta. Más bien, en mi carta, el signo mayoría es escorpio. Entonces en ese vínculo placer – cuerpo se me ocurre hablar del Arte de la Sexualidad.

El arte es un producto, una actividad, producciones del ser humano con fines estéticos y simbólicos. Habilita las expresiones de las emociones, ideas, inquietudes; el arte comunica, cuenta de la visión del mundo del artista.
>>El origen de la palabra arte se vincula al latín ARS/ARTIS, como habilidad y al griego como técnica.
Lo más sublime del arte, comprendo, es ese atravesamiento que nos enciende los sentidos, una especie de juego, lo buscamos, los creamos, nos brinda, le brindamos. El arte nos sensibiliza.
La sexualidad es un concepto tan amplio que lo recorto partiendo de la base sexualidad – consentimiento, sigo recortando y la limpiamos de su parte reproductiva y de transmisora de enfermedades. Recorto sus modos hasta llegar a lo más básico, el placer de la sexualidad. La sexualidad como un goce infinito, de mi cuerpo consigo o de mi cuerpo con otro cuerpo.
Es ahí entonces que todos mis sentidos buscan producir placer, a veces con un fin, el orgasmo, que podría ser la obra resultante pero el proceso lo es todo. En ese crear, requiero técnica, las mías, que son únicas, como toda sexualidad, las que se acomodan a mi cuerpo, de las que gozo, las que me retroalimentan. Incluso esto cambia con los años, artistas mutantes. Cambian si es sola o si es con ese otro. No me da lo mismo la mano en un lado que en otro, un milímetro puede serlo todo.
Como todo arte, la sexualidad requiere formas, texturas, sonidos, gemidos, movimientos, olores, lectura de símbolos, de gestos, el montaje de una escena, requiere de sabores, del tacto, de la mirada, la sexualidad necesita, indispensablemente, que el cuerpo sea fuego y agua. La magia.
Creo que tenemos el derecho a ese goce, que es responsabilidad de cada unx hacer-lo propio para encontrarlo, para que estos cuerpos, que envejecen, sean artistas de su propio placer.
Y si la sexualidad es un arte que lo abarque todo. Un verano escribí este poema:

Encastre

Este verano inventé un juego. Encastre lo llamé.
Para jugarlo necesité dos cuerpos – el mío y el suyo- y las ganas de encenderlos fuego.
Esto último sucedía sólo. Era inevitable.
El objetivo era encontrar la manera en que ese cuerpo no me encendiera en llamas.
Reglas, no me puse ninguna.
Formas, valían todas.
Empecé a jugarlo en silencio. Y lo jugué en todas las horas, en todos los lugares,
de muchas maneras – no de todas-.
Llegó el otoño. Nunca gané. No hallé parte de ese hombre que no me excitara entera. Toda yo, me volvía mar.
Me encendí, siempre, encajando perfectamente en cada una de las partes de su cuerpo, sintiendo ante el mínimo roce, de manera inmediata y natural, un placer absoluto.
Ahora quiero jugar todo el año a este juego de encastre, así rozando infinito.

Fotografías: Paula Aparicio

E01 ~ DOLOR FÍSICO

NARRAR EL CUERPX

Carla Santángelo Lázaro 

Busco esos textos en los que el cuerpo está enunciado de una forma que nos permita repensar, rehabitar o reapropiar la experiencia corporal. Esta sección trata de vincular las corporalidades con la literatura. Teniendo en cuenta el tema del dolor, he querido acompañarme de dos autoras fundamentales para aproximarnos al dolor narrado desde una perspectiva íntima, despojada y honesta. Ellas son Ana Castro, poeta española y autora de El cuadro del dolor y María Luisa Puga, escritora mexicana, que escribió Diario del dolor, un diario íntimo y fragmentario que, a través de pequeños episodios o notas, nos va abriendo su vínculo con el dolor. 

 Dice la nota número 6 de su diario:
«A veces nos quedamos solos mi dolor y yo, nos contemplamos con desgana. Haz lo que tengas que hacer, parece que nos decimos, y se me ocurre entonces, ¿a dónde se podrá ir si lo ignoro? Nos quedamos solos y nos miramos de reojo. Hay como una amargura en ambos. Sí, henos aquí conviviendo, pero no pasa nada. Me hace cambiar mi vida, pero no es insoportable. En cambio, él —estoy segura—, necesita movimiento y lo estoy decepcionando».

 He elegido este fragmento porque me parece especialmente interesante la alteridad que la autora le proporciona al dolor, como lo personaliza y lo escinde de sí misma para poder dialogar con él. Lo saca del cuerpo y lo convierte en objeto de la narración. De hecho, provoca una suerte de desplazamiento en el que es el dolor el que la sufre a ella y no al revés. 

Entonces, pienso en las posibilidades de la escritura a la hora de resignificar las experiencias dolorosas, para nombrarlas desde distintas dimensiones. Eso no nos va a alejar del dolor, no va a hacer que el dolor se vaya, pero sí es posible —a veces, a través de la palabra escrita— dotar a esa experiencia de una perspectiva múltiple que a priori se nos escapa. 

Este cambio de perspectiva me parece interesante y es muy fértil para la escritura. Cuando al escribir tratamos de mirar las cosas de otra manera, esas cosas se nos presentan como posibilidad. 

 En este sentido, me remito a un ensayo que se llama El cuerpo-palabra de las mujeres. Los vínculos ocultos entre el cuerpo y los afectos, de Gabriella Buzzatti y Anna Salvo. En la primera parte del libro, dice una parte:

 «Por tanto, el cuerpo como posibilidad privilegiada de representar afectos heridos, agujeros y hemorragias psíquicas, aberturas que dejan ver un temible vacío interior. El cuerpo como lugar hacia el cual se precipitan contenidos psíquicos no gobernables, fantasías y fantasmas tan espantosos que nos violentamente rechazaos que se los deja fuera de circuito. El cuerpo como testigo involuntario de un dolor tan agudo y espeluznante que obliga a quien lo sufre a liberarse de él, a retirarse presa de horror. El cuerpo como expresión de una congelación afectiva que solo a través de las vías somáticas se retuerce y se distiende».

 Me parece que este fragmento abre una conversación con el diario de Puga en tanto que aquí el cuerpo está enunciado como posibilidad, como lugar, como testigo y como expresión. Esa «posibilidad» que mencionaba anteriormente, que es la que se abre con la escritura y que es capaz de albergar todos esos «contenidos» de los que nos hablan las ensayistas. Esos contenidos que son tan indescifrables, complejos y ciegos que no nos resultan comprensibles ni a las personas que estamos dentro de las experiencias dolorosas ni a las personas que están fuera. 

 Partiendo de esta idea, podríamos pensar en que quien sufre el dolor tiende a querer liberarse de él no solo porque es algo que sufre, sino porque es algo incomprensible. Así pienso el diario de Puga: en ese movimiento de liberación o desprendimiento escindiendo el sujeto de la narración del objeto dolor para hacerlo inteligible. Esto abre preguntas filosóficas complejas en las que no me voy a detener porque entraríamos en debates cartesianos; tendríamos que hacernos la eterna pregunta de si somos cuerpo o tenemos cuerpo y este texto se iría por otros derroteros. Por eso prefiero escuchar y leer a quienes sufren dolor, porque nos abren caminos para pensar las posibilidades de estar en él a través de la escritura. 

 Mis preguntas giran alrededor de las representaciones que existen del dolor físico en la literatura y, sobre todo, cómo leerlas con perspectiva de género. Para eso traigo la respuesta que dio Ana Castro (también activista por el dolor crónico) en una entrevista que le hicieron en España:

 «Se supone que las mujeres jóvenes estamos bien y si tenemos dolor es cosa de la regla. El dolor nunca es normal y siempre es importante, seas hombre o mujer.»

 Y entonces explica que el 70% de lxs pacientes con dolor son mujeres, aunque hasta hace muy poco los medicamentos para el dolor han sido investigados teniendo en cuenta solo los hombres. Y sigue:

 «Un sinsentido continuo que explica que la historia de la medicina está escrita por y para los hombres». 

 Es necesario abrir debates sobre qué es salud y qué es enfermedad y hacerlo con perspectiva de género. Este es el trabajo tan fundamental que hace Castro en su activismo: arrojar luz sobre cuestiones silenciadas en un universo tan encumbrado como el de la medicina hegemónica tal y como la conocemos en nuestra cultura. 

 ¿Cuántas dolencias han sido pasadas por alto porque la paciente era una mujer joven? ¿Cuántos síntomas no han sido tomados en serio? ¿Sabemos la cantidad de investigación que todavía necesitamos para saber a qué derivas corporales llegamos absolutamente solas y faltas de información?

 Además de su trabajo de visibilización, Ana Castro escribe poemas y con la poesía llega —como bien dice ella misma— a esos espacios de luz y belleza necesarios que también existen y que es necesario rescatar con la palabra. 

Aquí dos poemas de su poemario El cuadro del dolor. Este se llama Raíces:

Mis raíces fosilizan como una enredadera seca alrededor de mi cuerpo.
Se clavan entre las uñas y la piel y taponan los oídos.
Reptan sigilosamente y escarban.
Se transforman en nudos por mi pelo.
Luego, afloran las canas.
Tengo una relación contradictoria con mis raíces.
Mis raíces desentierran fobias hereditarias.
Moriré de cáncer antes de enterrar a mi madre.

La poesía de Castro parece una herida abierta que hay que mirar, porque la posibilidad de mirar la herida es lo que nos habilita después a poner una luz, una mano sobre ella, y que empieza con el hecho de compartir las palabras.

El otro poema se llama Maternidad:

Sobrellevar el dolor
es criar un hijo:
una ciencia exacta que sólo conocen las madres.
La madre del hijo y la madre del dolor;
vientre por vientre.
La ruta silenciosa
por el cordón umbilical de luz
que conecta los cuerpos,
algo de lo que sólo saben
los ojos que alimentan
al defecto y la raíz.

Este poema es especialmente poderoso, sobre todo en los primeros dos versos, por la relación tan carnal, íntima, por momentos subyugada que propone con el dolor. Es enorme todo lo que puede desplegarse desde este poema.

¿Qué hacer con el dolor si una no puede desprenderse de él?

A diferencia de María Luisa Puga, que desplazaba de sí el dolor, Ana Castro hace el recorrido inverso: lo materna, lo incorpora, lo hace raíz. El dolor-hijo está muy cerca de la gestación, del principio. Aquí la maternidad está despojada de los cuidados, tiene que ver con algo muy primario, umbilical, irrompible.

Vivo con dolor desde hace más de seis años. Por eso leo a estas y otras autoras, para acompañarme de otras mujeres que experimentan dolor todos los días de su vida y que de ese dolor hacen un lugar en el que nos podemos encontrar.

Ellas producen los efectos de luminiscencia y hacen eco en mí.

Quizá la literatura no nos salve del todo, pero nos encuentra, nos toca, es capaz de sanarnos incluso cuando parece que la luz se apaga.

P.D: Dejo dos poemas de Iosune de Goñi para terminar y le agradezco aquí su compañía:

«hermana, todo lo que duele es otra cosa. la enfermedad no puede nombrarse, no puede decirse. nadie escuchará nuestro aullido. hermana, la enfermedad no puede decirse: la enfermedad es un silencio, una garganta que no pueden una garganta que no existe. nadie escuchará nuestras plegarias. solo existe la sangre y el fuego. mis manos trenzando tu cabello en los confines del bosque.»

«ahora somos esto
una hilera de vértebras torcidas arqueadas
espina enroscada sobre sí misma
derritiéndose
creciendo
o al revés
sangre coagulada en unas venas que no son nuestras venas
mis manos    tus pies
el recuerdo de un cuerpo que ya no es el mismo cuerpo
la memoria es un destello
espada que corta las hebras que unían nuestros huesos
algo de lo que fuimos resplandece
incendia estas sábanas
ahora somos esto
pero entonces
el destello».

MAESTRX INTERIOR

Noelia Gauna

Cuando te duele algo, ¿te das cuenta dónde empieza? ¿Podés identificar en qué parte del cuerpo, órgano lo sentís? Te das cuenta si tiene forma? ¿El dolor es solo físico?

Será que cuando en el astral elegimos venir, nuestra alma dice: a mí denme ese dolor. Todas estas reflexiones y muchas más vienen a mí mente, mientras medito, cada vez que pienso en el dolor.
¿Cómo aportar claridad y ayuda a un ser dolorido?
Muchas veces la mejor manera de sostener un dolor, es la medicina alopática, pero ya estás en esta era de Acuario, sabés que somos más de lo que se ve y que estamos Todxs unidos en este viaje, por eso muchas almas han investigado y nos legaron otras maneras de ver a la medicina, para acompañar los espacios de dolor con una conciencia integral.

  Los sutras de Patanjali son aforismos, sentencias breves, que exponen los puntos fundamentales del Yoga.

             >>Patanjali dice que Todo es Dolor. Y fundamentalmente afirma. “se puede y debe evitar el dolor” ya que existe por apegarnos a la materia y olvidarnos del Espíritu.

Siddharta Gautama, conocido como el Buda, ser que está comprobado históricamente que existía, era un príncipe criado con toda esta información legada por Patanjali. Vivía en un castillo, lejos del mundo y sus dolores, tenía todo incluso un nacimiento de rey.Hasta que un dia salió de su reino y se encontró con el mundo real, y comenzó a cuestionar todo lo que sabía, llegando a experimentar el ascetismo y el hambre. Pasó por muchas etapas, incluida la lujuria, hasta que decidió quedarse bajo un árbol y meditar para que ese legado de lo invisible que habita en cada uno de nosotros, se comunique con él. Y se iluminó. Y su aporte fue que el sufrimiento es opcional y que hay que suprimir el deseo.
¿Y puedo vivir sin deseo?

>>Ayurveda dice que el dolor es exceso de Vata, exceso de aire y éter y por lo tanto de pensamiento.

>>En Kundalini dicen que tenemos once cuerpos espirituales, el número cinco es el cuerpo físico, y se fortalece enseñando. Enseña tu maestría sobre tu dolor. Es parte de la vida. Es parte de la red.

NACHO CORREA


Y ¿qué hacemos con esta información?
¿Cuál es el camino para esquivarlo? ¿Hay algo que como humano pueda hacer para no sentir dolor?
Los que somos sensibles, queremos que todos los seres sintientes, sean felices. Cuando algo te duele, el mundo duele. Cuando sanamos el mundo sana. Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana, como instrumento nos dieron la voz y la palabra, escribe, habla, canta, tu sanación es también la mía.
Sanar es incorporar, es incluir, es el Y.
Y si no puedes aunque intentes encontrar el sentido, eso también es parte de este destino. Y si de a ratos entendés tu dolor y de ratos no, también está bien.

Ve más allá del deseo, encuentra tu anhelo
El deseo es más del Ego, el anhelo está conectado al Alma.
Sólo a través del anhelo de mi Alma, a través de lo que me da sentido, pude y puedo transitar los dolores que me son inevitables.
Esa es mí experiencia, no creas en gurúes, se tu propio gurú, si la vida y el dolor van de la mano, encuentra la vía que te haga más fácil el caminar por este sendero.
Busca un sanador que empatice contigo, y en el cual sientas confianza, recuerda que es solo un puente, la sanación es más bien como comprendes tu dolor.
No hace falta que lo niegues, tampoco que te justifiques en él, solo hay que abrazarlo y agradecer su misión en tu vida. Sin ese dolor no serías lo que sos. Y lo que sos está bien y es suficiente. Y es lo que es.
Suena fácil pero no lo es.

23 CICATRICES

Agostina Guzzo

Va a llover.
Lo dice mi cuerpx y no sé equivoca.
Tengo 23 cicatrices, marcas, heridas, huellas, costuras. Algunas son ínfimas, otras se distinguen con claridad. Están las que se ven de lejos. Las imborrables. ¿Cómo nombrarlas? Si digo “Esta herida” me vuelve víctima en mi discurso. Ahora, si hablo de las huellas de mi cuerpo… suena a que existe cierto grado de superación de ese momento, una superación romántica, llena de homeopatía y sanación espiritual.
¿Qué es estar sanx? ¿Y estar enfermx? ¿Hay una sola forma? Yo seguro no enfermo igual que vos. ¿y el dolor? ¿Qué tan político es mi dolor?

A vos, ¿te duele? ¿qué?
¿Vos sos sanx? ¿o vas y venís entre la salud y la enfermedad? ¿Y tu mente? ¿Qué le pasa a ella con su cuerpx? Y si es al revés, ¿qué le pasa a tu cuerpx con su mente?Dice Lucila Quarleri, en la dedicatoria de su libro “Nunca me dejes de responder”: “A mí misma por haberme animado a escribir todo lo que tenía atragantado en las células de mi cuerpo.”
Entonces, digo yo: No nos atragantemos más y hablemos de nuestrxs cuerpxs manifestadxs. Me pregunto qué es el dolor. No sé responderlo.
Google:
   “Una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con, o similar a la asociada con, daño tisular real o potencial”
A esta definición se agregan varios puntos. Destaco dos:
           1 -El dolor es siempre una experiencia personal, (personal, personal, personal) influenciada en diversos grados por factores biológicos, psicológicos y sociales.
           2-Aunque el dolor suele tener un papel adaptativo, puede tener efectos adversos sobre la función y el bienestar social y psicológico.

¡¡Aia. ssssmmmmAi..Aiaa aiaiii!!
Posición fetal. Domir. Mate. Esperar que se calmen. No recuerdo el primero, o el que le siguió. Si aquel verano – otoño en el que comenzaron y la vida, mi vida, comenzó a girar tras ellos. Los dolores. Y un pensamiento que se vuelve cada vez más abstracto. Ahora ya no los tengo.
Fueron siete años de dolor crónico, invalidante, esos que te dejan días tirada. Te dejan sin laburo, fuera del sistema, con suerte algún trabajo informal o una pensión por discapacidad, que ni la luz pagas. Quedar en la calle, en ocasiones, también resulta una opción. A mi no me sucede nada eso. Estoy en el grupo de lxs privilegiadxs, aquellxs que recibimos el salario igual, tenemos obra social, usamos real los días por enfermedad.
Hay que producir, en un horario, de un modo. Bueno, pues hoy no puedo. Mi cuerpa no me deja. Lo siento, de verdad, que lo siento al dolor y lo siento no producir. Lo siento por vos, pero mucho más por mi. De verdad que no puedo. Aunque seas mi jefe y me mires mal. Tu sistema expulsivo se vuelve repulsivo.
El trabajo dignifica, dijo un alemán. Yo, desde la cama de un hospital, lo pongo en duda con toda mi dignidad. El sistema expulsa si tu cuerpo no es de calidad.

¿Cuánto dolor cabe en el cuerpo de una mujer?
En el mío, el de esa tardecita. Apenas caminaba. Llevaba 17 días operada.: y paf, adentro todo se abre. No hay lugar para nada. Todo empieza a apretar. La fiebre rompe el termómetro.
Horas después, la ambulancia pone sus sirenas y yo, que me creo una, comienzo a habitar las profundidades del mar. Cierro mis ojos y nado entre quirófanos, punciones, antibióticos. Conozco de trombosis, sepsis generalizadas, catéteres, drenajes. Apenas tengo voz: ¡morfina, morfina por favor!. Nado tan profundo que ni tiempo para comer. Me vuelvo liviana, me acompaña una sonda nasogástrica. Anticoagulantes, infecciones, ileostomías, desnutrición. De internación domiciliaria a terapia intensiva.
La idea original era vivir.

23 cicatrices son las que se ven.
Las que duelen, están bajo la piel. No las ves.
¿Y las otras?
Las otras están por allí, recorriendo lento, el tiempo.
A veces nado como sirena, a veces vuelo como colibrí.
De mi cuerpx es de lo único que no puedo huir.
Llevo conmigo los dolores de sobre-vivir.
Hay un cielo y no es azul.
Llueve fuerte.

ABRIR LA PREGUNTA

Sara Zironi

En mi mundo hay hongos, flores, hojas y raíces que me calman mi alma y mi cuerpo, me acompañan en el dolor y cuando no, porque no todo es dolor en mi vida,  sueño con un espacio comunitario donde poder compartir estas prácticas ancestrales que siguen evolucionando, y esperando que la ciencia las abrace. Pero no se por donde empezar, me da miedo, como siempre, y aqui la herida, de que me punitivicen… ser la mala, la bruja que quemar, un dolor que viene tal vez de una vida pasada….

Creo, pienso, siento que para la curiosidad y creatividad debería existir la pregunta, o las preguntas, esa pregunta que abre mundos, que potencia,  me ha costado llegar a este lugar, pero la vida se ha empeñado en rodearme de mujeres inquietas, curiosas, reflexivas de las cuales he aprendido a entrenar y reconectar con esta parte de mi esencia como humanx.

El dolor físico recurrente o crónico me ha abierto preguntas/observatorias :
¿de dónde parte y a dónde nos lleva la naturalización del dolor?¿Qué dolores naturalizo? ¿Por qué? ¿Es supervivencia? ¿En parte de un discurso de fortaleza ante el dolor?¿de un todo lo puedo?¿ es porque no quiero verme como ese estereotipo de mujer frágil en el que crecí?¿es un mix? ¿Puedo experimentar el proceso de dolor acompañada?¿con quien?¿Quiero? ¿Observo mi respiración cuando estoy experimentando dolor?¿ cómo se conectan mis emociones al dolor? ¿son un círculo vicioso emoción-dolor-emoción-dolor …? ¿y que de los desequilibrios mentales a partir de un dolor que no cesa?
Y en la ciclicidad: cuantos años de dolor innecesario vivencie porque no hubo una educación un acompañamiento, en este sistema patriarcal donde por muchos años la menstruación fue vista como evento en la vida de la mujer en el cual construir un relato de mitos y vergüenza.

              >> A Chantal Maillard en su experiencia de acuerparlo: ¿Es el dolor físico algo irreductible a cualquier teoría o generalización? El dolor es inalienable, cierto es que nadie experimenta en carne ajena ¿ Es el padecimiento en soledad un sufrimiento añadido?… ¿puede unx distanciarse del dolor? A qué precio…

                >>Y a johanna hedva con la “teoría de la mujer enferma” que dialogando con las preguntas anteriores nos trae su experiencia con su enfermedad crónica y lo que generó este estado casi permanente cuando sucedieron las protestas del black live matter::

“Empecé a pensar sobre qué modos de protesta se puede dar el lujo la gente enferma. Me parecía que muchas de las personas a las que Black Lives Matter apunta especialmente, quizá no estén aptas para estar presentes para las marchas, ya que están encarceladas por un trabajo bajo la amenaza de ser despedidos de su trabajo si iban a marchar, o encarcelamiento literal, y claro, la amenaza de violencia y brutalidad policiaca –pero también a causa de enfermedad o discapacidad, o porque estaban cuidando a alguien con una enfermedad o discapacidad. Pensé en todos los otros cuerpos invisibles, con sus puños en alto, metidos en algún sitio fuera de la vista.
Si tomamos la definición de Hannah Arendt de lo político –la cual es todavía una de las más dominantes en el discurso convencional– como cualquier acción que es realizada en público, debemos lidiar con las implicaciones de lo que eso excluye. Si estar presente en público es lo que se requiere para ser político, entonces franjas enteras de población pueden ser consideradas a-políticas – sencillamente porque no son físicamente capaces de llevar sus cuerpos a la calle.
Sin embargo, he aquí dos fracasos. El primero es su dependencia en un “público” –lo que requiere un “privado”, un binarismo entre espacio visible e invisible. Eso significó que lo que sea que tome lugar en lo privado es no político.
El fracaso de “lo político” de Arendt fue inmediatamente expuesto en el activismo por los derechos civiles y el feminismo de los años 1960 y ’70. “Lo personal es político” también puede ser leído como “lo privado es político”…
Hay también otro problema. Como lo dijo Judith Butler en 2015 en su charla “Vulnerabilidad y Resistencia”, Arendt fracasó en dar cuenta de quién está permitido en el espacio público, quién está a cargo de lo público. O, más específicamente, quién está a cargo de quién accede a lo público. Butler dice que siempre hay una cosa cierta acerca de una demostración pública: la policía ya está presente, o viene en camino. Esto resuena con fuerza escalofriante al considerar el contexto de Black Lives Matter.
Si a esto le sumamos enfermedades físicas y mentales, así como discapacidades que mantienen a la gente en cama y en casa, entonces debemos enfrentar el hecho de que muchas de las personas para las que son estas protestas, no son capaces de participar en ellas –lo que implica que no pueden ser visibles como activistas políticos.
la pregunta central de la Teoría de la Mujer Enferma nació: ¿Cómo avientas un ladrillo a través de la ventana de un banco si no puedes salir de la cama?


Ph: Silverhours

Desde estas escrituras, y otras como Carmen valls llorens, adriana schnake, las experiencias vitales propias y ajenas, aportan palabras a la dificultad de poder acompañar desde la escucha, la ternura y el placer cuando el sistema biomédico por el cual el dolor se encuentra atravesado, incrementa muchas veces el mismo, desde el destrato, la indiferencia y el no diagnóstico. y sin mencionar la medicalización excesiva si siquiera investigar, observar, estar presente frente a ese “paciente”. Sin olvidar el hecho que de ser mujer, una persona racializada o diversamente sexual, potencia estas violencias, invisibilizaciones. Pareciera ser que en primera instancia el sistema biomedico a sido creado por y para los hombres blancos cis.

¿Qué sucede si no puede atender tu dolor, no tiene tiempo, dinero, red?
¿ cuánto más dejaremos de crear y abogar por una enseñanza de la medicina realmente humanista pero ni antropocéntrica, ni blanca, ni heteronormativa?
¿cuánto más podremos seguir dándole el poder a médicos alienados? Quien, aunque tenga el discurso bien armado en su cabeza, cuando llega a la consulta ese poder se le escurre por las piernas. ¿Quienes se la han pasado abandonando consultas? ¿Quién no ha sido violentada alguna vez en ellas? ¿Cuánta vulnerabilización puede aguantar un cuerpo? ¿cuándo podremos volvernos soberanes de nuestro cuerpo, como un cuerpo que duele, que enferma, sin escindirnos de él? Y el placer, donde queda el placer, si es la pulsión a la que el cuerpo (integrado) tiende, y cuando no es así, cuando nos encontramos en constante tensión, diría la gestalt, tensión física y emocional, que hacemos, hacia donde voy, quien soy? ¿Quiénes y cuándo podremos poner el foco y la acción en crear prácticas y culturas que realmente sean vitales y no haya “norma” como la de hoy? ¿Qué puedo hacer yo?

                                                                Crear espacios donde se acoja mi/nuestro dolor …

Y no olvidarme, en mi andar como terapeuta y docente me ha enseñado el hecho de poder compartir las experiencias personales, desde este lugar, personales, desde una posibilidad entre tantas, desde la humildad a la hora de poder acompañar a alguien en la vulnerabilidad, el dolor, comprender el lugar de poder en el que podemos estar, para poder realmente espejarle su propio poder y que cada persona pueda generar su mapa vivo, y no encarnar el personaje del que salva.

Que compartamos el hecho de aprender a conectar con el lenguaje del cuerpo, a dialogar con él, como propio, con la enfermedad en él, reconocer que necesita, que quiere decirme, o mejor dicho quiero decirme. 

Sobre Cuerpxs Manifestadxs

Carla Santángelo Lázaro 
Escritora. Cofundadora de Casa Índigo, un proyecto en el que investiga las literaturas autobiográficas con perspectiva de género.

Noelia Gauna
Masajista Ayurveda, Terapeuta Holística, Instructora y Formadora de Instructores de Yoga, Master en Reiki, Estudiante de Astrología. 

Agostina Guzzo
Licenciada en trabajo social, escritora. 

Sara Zironi
Herbalista, masajista, terapeuta menstrual. Estudiando terapia corporal integrativa.

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